En la Encuesta Nacional sobre Uso, Abuso y Prevalencia del Consumo de Drogas en el Nivel Medio de Educación, presentada en el 2016 se ponía en evidencia que los adolescentes también han experimentado con alucinógenos y drogas exóticas como anfetaminas, éxtasis, crack y heroína.
El estudio fue solicitado por la Secretaría Ejecutiva de la Comisión contra las Adicciones y el Tráfico Ilícito de Drogas, coordinado y efectuado por investigadores de la Universidad Galileo durante el 2014. En esa oportunidad el alcohol y el tabaco, fueron las más consumidas, con 39.83 y 31.14 por ciento, respectivamente.
A nivel mundial además de estas sustancias, los jóvenes también están teniendo crecimiento en el consumo de cigarrillos electrónicos.
Los especialistas además insisten en que no solo están las sustancias tóxicas y las drogas sino también existen otras situaciones como la pornografía, en que los jóvenes también se podrían enfrentar a una adicción.
Etapa vulnerable
Valle habla de la necesidad de comprender qué pasa en esta etapa de vida (adolescencia), necesidades y exigencias, para que el círculo familiar y educativo pueda actuar frente a esta problemática.
Esta edad es crítica y la mayor parte de adolescentes pasan por una adaptación a sí mismos, están creciendo física y emocionalmente, y creen que pueden resolver sus propios asuntos.
Durante la Conferencia de Regulación y Política de Tabaco y Productos de Nicotina (FDLI, en inglés), David Abrams, profesor de Ciencias Sociales y del Comportamiento, del Colegio de Salud Pública Global de la Universidad de Nueva York y quien tiene 40 años especializándose en el tema, comentó que los padres podrían apoyar a los jóvenes para a que no caigan en en el tabaquismo y otras adicciones. Expuso que ese grupo poblacional suele experimentar, porque imita lo que hacen otros individuos de su edad o de los grupos en los que conviven. Los pueden apoyar haciéndoles ver lo dañino que puede ser el consumo de estas drogas, y que no se dejen llevar por las presiones sociales. Por eso se hace énfasis en la comunicación abierta.
“Los adolescentes quieren tomar riesgos y ser diferentes a los adultos, o hacer cosas que los adultos no quieren que hagan, y son curiosos”, señaló Abrams. Hizo énfasis en que a veces esas decisiones ponen en peligro a los menores o los meten en problemas, y en ello influye su salud emocional, porque en ocasiones cuando están deprimidos y tristes buscan esas opciones o drogas como escape.
Abrams también expresó que los padres tienen que hablarles con la verdad a sus hijos y sugerirles que no experimenten con tabaco, drogas o alcohol. “Los extremos no cumple su objetivo y, al contrario, podría provocar que ellos experimenten”, agregó.
Los especialistas comentan que es necesario charlar con los niños y adolescentes en el hogar y centros de estudio. Ellos están abiertos a escuchar y especialmente a conocer evidencias como el daño que puede darse el exponerse a este tipo de sustancias cuando su cerebro está en formación.
Buscar soluciones
Una vez se detecta o se sospecha que el adolescente tiene problemas de adicción hay que buscar ayuda con un profesional experto en adicciones para que junto con la familia se busque el tratamiento ideal. Esto conlleva también que toda la familia reconozca que hay una adicción y esté dispuestos también a asistir a terapias, si fuera el caso.
No se puede estandarizar un tipo de tratamiento porque cada caso es diferente, pero sí se requiere un proceso de apoyo familiar, profesional y de fármacos (en algunos casos y bajo prescripción médica). Dependiendo el tipo de adicción, se requiere una desintoxicación del organismo.
El objetivo es dar terapias y acompañamiento en todo el proceso, -que no es inmediato- para que las personas no vuelvan a caer en la adicción. Además, se recomienda la práctica de ejercicios, una buena alimentación, espacios para el esparcimiento y ocio.
En crisis
La familia se ve afectada cuando uno de sus miembros consume sustancias tóxicas y las crisis del paciente necesita hospitalización e intervención profesional. Por lo tanto, es este círculo afectivo que se convierte en el mejor aliado para encauzar al afectado.
La principal recomendación es que todos reciban apoyo para informarse en forma científica de cómo funciona la adicción, así podrán cambiar el ambiente y los patrones que no favorecen la recuperación.
En este punto se deben trabajar temas como la desintegración familiar, evaluar si los padres son sobreprotectores o permisivos para buscar el equilibrio y buscar maneras de aprendizaje para resolver conflictos familiares. Esto de trabajarse a fondo representará tener límites claros para los adolescentes, en especial en tener reglas claras al momento de estar en el tratamiento para abandonar las drogas.
Existen ciertas características en las adicciones; algunas requieren de un seguimiento profundo e integral, pues necesitan aprender a controlar sus emociones. También hay casos en los que hay otras condiciones mentales que necesitan un tratamiento farmacológico.
En ese proceso es importante encontrar las causas de la adicción; es decir, si existió algún trauma o cuál ha sido el detonante principal.
Mayor apoyo
Se recomienda apoyar al joven en su tratamiento y en el descubrimiento de nuevos intereses.
Se sugiere además hablar en familia y amigos, tener nuevas actividades y compartir.
Es importante además que los adolescentes se alejen de los espacios y amigos en los que se sientan en riesgo de caer de nuevo en la adicción.
Posiblemente se recomendará que el joven con adicción asista a un grupo de apoyo y esto podría ser positivo para crecer al compartir experiencias con otras personas.
La actividad física también es beneficiosa. Apóyelo en salir y moverse, esto no solo mejora el flujo sanguíneo, también influye en mejorar a nivel emocional.
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