Esta estela de partículas que emana el inodoro cuando bajamos el agua no solo es asquerosa. En simulaciones, se ha comprobado que puede transportar partículas infecciosas de coronavirus que ya están presentes en el aire circundante o están recientemente vertidas en las heces de una persona. La investigación, publicada el 16 de junio en la revista Physics of Fluids, se suma a las crecientes pruebas de que el coronavirus puede transmitirse no solo a través de microgotas respiratorias, sino también a través de excrementos cargados con virus.
Y si bien se desconoce si los inodoros públicos o compartidos son un punto común de transmisión del virus, la investigación destaca la necesidad de reconsiderar algunos de los espacios comunes compartidos durante una pandemia.
“Los aerosoles generados por los inodoros es un fenómeno que hemos más o menos conocido desde hace un tiempo, pero que muchas personas han subestimado”, afirmó Joshua L. Santarpia, profesor de Patología y Microbiología del Centro Médico de la Universidad de Nebraska, quien no estuvo involucrado en la investigación. “Este estudio proporciona mucha de la evidencia que todos necesitamos para tomar mejores medidas”.
Normalmente, el coronavirus está más cómodo en células ubicadas en los pulmones y el tracto respiratorio superior. Pero algunos estudios han revelado que también puede alojarse en receptores celulares en el intestino delgado. Se han reportado pacientes con diarrea, náusea y vómito, entre otros síntomas.
Investigadores han encontrado partículas virales factibles en las heces de los pacientes, así como rastros de ARN viral en las tazas de los inodoros y lavamanos de sus salas de aislamiento hospitalario. Sin embargo, experimentos de laboratorio han sugerido que ese material podría ser menos propenso a ser infeccioso comparado con el virus expulsado a través de la tos.
Una simulación computarizada del mecanismo de descarga del inodoro reveló que cuando el agua cae hacia el retrete y genera un remolino, desplaza el aire en la taza. Esos remolinos se mueven hacia arriba y la fuerza centrífuga expulsa hacia afuera alrededor de 6000 microgotas y partículas de aerosol incluso más pequeñas.
Dependiendo del número de entradas en el inodoro, la descarga puede forzar a que del 40 al 60 por ciento de los aerosoles producidos floten mucho más arriba del asiento.
“Es muy alarmante”, afirmó Ji-Xiang Wang, quien estudia dinámica de fluidos en la Universidad de Yangzhou y fue coautor del estudio.
Es prácticamente imposible mantener los baños desinfectados todo el tiempo y compartir un inodoro puede ser inevitable para miembros de una familia, incluso cuando una persona está enferma y aislada en una habitación separada de la casa, dijo Wang.
A medida que las ciudades alrededor del mundo transitan por la reapertura de restaurantes, oficinas y otros negocios, cada vez más personas también necesitarán utilizar baños públicos o compartidos. Pero si bien los restaurantes pueden servir al aire libre y los empleados de una oficina pueden estar espaciados, a las personas se les puede hacer difícil practicar el distanciamiento social en baños pequeños.
Las partículas de aerosol pueden permanecer en inodoros de uso particular, y los baños, con frecuencia, son espacios mal ventilados, lo que puede incrementar el riesgo de exposición a la infección. Los usuarios también tienen que considerar el riesgo de tocar superficies de alto contacto, como picaportes y grifos.
La experiencia con otros coronavirus nos muestra cuán rápido la ruta fecal-oral puede conducir a la propagación de la enfermedad. En marzo de 2003, más de 300 personas que vivían en el conjunto residencial Amoy Gardens en Hong Kong se infectaron con el coronavirus SRAG original debido a aerosoles fecales infecciosos propagados a través de plomería y sistemas de ventilación defectuosos.
Si bien Wang reconoce que los científicos aún deben examinar los aerosoles de inodoros en situaciones reales que involucren al nuevo coronavirus, otra investigación ha revelado que se consiguió ARN viral en zonas con inodoros compartidos en un hospital de Wuhan, China.
Sin embargo, los investigadores no saben cuánta cantidad de virus infeccioso se encuentra en los aerosoles o si personas con casos más graves de COVID-19 emitieron más virus que pacientes con enfermedades leves, afirmó.
Por suerte, las personas pueden prevenir fácilmente la propagación de infecciones de la estela de partículas que emana el inodoro cuando bajamos el agua.
“Cierra primero la tapa y luego activa el proceso de descarga”, afirmó Wang, quien reconoce que eso no siempre es posible en baños públicos.
También hay que lavarse las manos con frecuencia y a fondo, especialmente si estamos usando un baño compartido con un inodoro que no tiene tapa o cuyo proceso de descarga se activa de forma automática cuando nos ponemos de pie. Evita tocarte el rostro y déjate el cubrebocas puesto en el baño, ya que eso disminuirá cierta exposición al coronavirus.
Wang espera que la nueva investigación ayude a implementar mejoras en el diseño de los baños, incluyendo una mayor atención a dispensadores sin contacto de jabón y toallas de papel, así como inodoros que solo descarguen después de que hayan sido cubiertos con una tapa.
Otros expertos ya están considerando el uso de luces ultravioleta internas y aerosoles de desinfectantes automatizados para que eliminen el coronavirus y alivien parte de la presión de mantener limpios los inodoros públicos.
Los científicos han descubierto que descargar un inodoro puede generar una nube de microgotas de aerosol que puede elevarse hasta casi un metro. (Chang W. Lee/The New York Times)