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Una de las claves es dar de mamar en cuanto nazca el bebé. Si el recién nacido es saludable, este acto debe ocurrir en la primera hora de vida, para ayudarlo a establecer conexiones afectivas, sensoriales y motoras, y que el calostro —primera leche, también conocida como “oro líquido”, por la gran cantidad de inmunoglobulinas que contiene— fluya mediante succión, que es crucial, refiere Maritza Cabrera de Villatoro, de la Liga de la Leche Guatemala.
La estimulación de los pechos, los primeros días, le permite al cuerpo recibir la señal hormonal de que hay que alimentar a un bebé y de que debe producir más leche. Tres o cuatro días después del nacimiento, “baja la leche” de transición, dice la nutricionista Jimena Tejeda, del equipo de consultoras de lactancia Materna.
La lactancia funciona como un sistema de oferta y demanda: mientras más leche se extraiga del pecho, más producción habrá.
Los primeros días es importante el contacto piel a piel de madre e hijo. Después del nacimiento, el pecho —cuyo olor es parecido al del líquido amniótico— es capaz de regular la temperatura corporal del bebé y lo relaja, y permite la estimulación hormonal que propicia la producción de leche, añade.
Ahora le presentamos una gráfica para que usted conozca más detalles de la lactancia materna.