Salud y Familia

Diferencia entre manos y cerebro para negociar

Un pequeño salto en varios millones de años. ¿Cómo negocia usted?

Diferencia entre manos y cerebro para negociar

En algunas empresas hemos olvidado que la fuerza puede ejercerse también desde lo intelectual y estratégico y no exclusivamente desde la posición jerárquica. (Foto Prensa Libre: Mohamed Hassan en Pixabay)

Revise los tipos de conductas que familiares, amigos, colaboradores, jefes o directivos manifiestan en sus actos cotidianos como recurso para conseguir objetivos y metas. Parece ser que nuestra mentalidad guerrera, se encuentra a la cabeza. Es un tema más común de lo que debería ser o al menos así parece, por ello la reflexión puede ser: ¿si somos seres inteligentes y nuestro cerebro acude a las manos para defenderse o atacar, será que estamos asemejándonos a un pasado que la evolución mostró?

Acordemos lo siguiente, y entendamos por violencia en la organización familiar o empresarial, la acción de un integrante que entraña daño a otro ser humano, en este caso un cercano en ADN o compañero laboral; esa lesión puede ser física o psicológica; ejemplos: humillación, amenaza, rechazo, marginación pasiva; reflejado en: ignorar, no saludar, juzgar de tonto, atrasado, llamar ridículo o incompetente a un colega con el cual tenemos diferencias.

En algunas empresas hemos olvidado que la fuerza puede ejercerse también desde lo intelectual y estratégico y no exclusivamente desde la posición jerárquica que acredita poder; lo interesante es revisar ¿por qué?. Algunos de nosotros la manifestamos de forma deliberada, sin ser conscientes de ello, sin entender de dónde procede, cómo se aprendió o a quien imitamos.

El Dr. Carlos Logatt Grabner; en un escrito señaló, que los Homo sapiens, que incluyen el ser humano, poseen agresividad como característica, reacción visceral como conducta recurrente. Somos de los pocos mamíferos capaces de matar de forma predeterminada a otro ser humano, y en ese sentido podemos indagar algunas respuestas a esta tragedia que nos acompaña.

Probablemente, la culpa la tiene el chimpancé, conocido por su hostilidad y agresividad con su propio grupo como con extraños, y con ese personaje compartimos más del 96% del genoma. Señala el investigador que existen dos clases de chimpancés y una de sus diferencias es que, al enfrentar conflictos, uno recurre a la violencia y el otro no.

Entender por qué ambas especies con genética idéntica tengan comportamientos opuestos ante una misma situación, puede ayudarnos a comprender la violencia en algunas empresas. Los chimpancés agresivos se desenvolvieron en bosques con gorilas y en competencia abierta, en una lucha de territorio para sobrevivir. ¿Será que en algunas familias o empresas se repite la escena?

El otro grupo de chimpancé creció en un ambiente donde la competencia por recursos no era fundamental. Tal vez en algunas de nuestras organizaciones podemos ofrecer dos respuestas: estructuras de ejecutivos en ambiente similar al de nuestros precursores, lo que impide renunciar a la violencia y la otra es una excusa para acreditarle la culpa al chimpancé.

El salto entre chimpancé y humano es grande, tenemos un desarrollo creciente y mágico, hablamos de corteza pre-frontal, que en términos médicos es una función ejecutiva, capacidad para distinguir la conflictividad y realizar juicios acerca del bien y del mal. ¿Usted piensa seguirle echando la culpa al chimpancé?

Yesid Barrera

Estrategia

Yesid Barrera

En algunas empresas hemos olvidado que la fuerza puede ejercerse también desde lo intelectual y estratégico y no exclusivamente desde la posición jerárquica.

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