El tipo de vitamina A que contiene esta crucífera es el betacaroteno, cuyo contenido se encuentra entre los 32.6 miligramos por cada 2.2 libras de brócoli fresco y los 47.5 miligramos en el caso del congelado, según un estudio del departamento de Ciencia, Tecnología y Analítica de los Alimentos de la Universidad de California.
Este nutriente es antioxidante y protege las células del daño causado por los radicales libres que contribuyen al desarrollo de ciertas enfermedades degenerativas y que desencadenan los procesos de envejecimiento.
La acción de este compuesto, sumada a la de la vitamina C y a la del calcio de la verdura, supone un importante aliado para el crecimiento del cabello, ya que estimula la producción del sebo, aceite que exudan los poros sobre el cuero cabelludo, que actúa como humectante natural y acondicionador.
El aceite que se extrae de la semilla del brócoli también actúa como actor fortalecedor de los folículos pilosos por su contenido en nutrientes como la vitamina B6, que suaviza, a su vez, el cabello y elimina el encrespamiento o “frizzing”.
La vitamina B6 de este aceite, junto con su contenido en dihidrotestosterona, además, puede ayudar en la prevención de la pérdida de cabello, ya que reduce el estrés, factor que mayor protagonismo tiene en la caída.