“Cuando sabemos el comportamiento de nuestra mascota podremos observar cuando, por ejemplo, presente exceso de vocalizaciones, maúlle sin sentido, se mueva en círculos mirándose el costado o cuando se quede viendo al infinito y, entre las más importantes, cuando se sienta y apoya la cabeza contra la pared. Estas conductas podrían obedecer a un problema mental”, comenta Carmen Guzmán, entrenadora profesional de animales.
Las alteraciones mentales tienen diferentes orígenes y tratamientos, por ello es importante que cuando identifique alguno de los síntomas de las enfermedades más comunes de los gatos, acuda a un veterinario para realizar los chequeos correspondientes y prestarle la atención adecuada.
Estrés
Aunque el estrés podría no considerarse una enfermedad mental, así como en las personas, puede provocar la presencia de otras afecciones en el sistema inmune, lo cual podría provocar trastornos alimenticios, pérdida de pelo y comportamientos extraños, sobre todo agresivos, compulsivos y repetitivos. Las estereotipias es una conducta común en gatos estresados. Esta consiste en que el animal siempre se lama la misma zona y de manera obsesiva, lo que da lugar a una dermatitis, y se persigue la cola de manera obsesiva, según María Olga Hernández, veterinaria.
Otros síntomas más claros y comunes del estrés en gatos son cuando no quieren usar el arenero, marcan los muebles de la casa con orina o con las uñas, muestran hiperactividad y maúllan de forma excesiva.
Algunas causas comunes del estrés pueden ser los cambios en su espacio o rutina, la llegada de otros animales a casa o la falta de estímulos suficientes, debido a un enriquecimiento ambiental pobre.
Para tratar el estrés, se recomienda facilitar la adaptación a los nuevos cambios que está sufriendo. Por ejemplo, si es cambio de casa, crear un espacio para el felino en donde tenga su espacio para dormir, su arenero y sus juguetes favoritos. Si es por la llegada de un perro a la familia, lo ideal es preparar una zona de seguridad para él y hacer la presentación mediante el olor, es decir, cuando el perro aún no ha entrado en la casa. El primer encuentro físico debería tener lugar en esta “zona de confort”, así sentirá que tiene el control, explica Guzmán.
Ansiedad
La ansiedad podría ser provocada por diversos factores, pero la más común es por algunas carencias en la vida diaria del gato. Los felinos que sufren de ansiedad son aquellos que no tienen lugares a donde trepar, como escaleras, ventanas o estanterías; o espacios en los que puedan aislarse y evitar el contacto con las personas u otros animales.
También la manifiestan aquellos gatos cuya caja de arena consideran inadecuada -suele hacer sus necesidades fuera de ella para demostrarlo-, cuando conviven con otros animales o cuando se producen cambios en su entorno físico.
La ansiedad en varias ocasiones los felinos la manifiestan con una conducta agresiva y ataques de pánico, porque aumenta su sentido de alerta. Suele estar más irritable y reactivo de lo que acostumbra, marca sus espacios con orina y se muestra compulsivo en sus rituales de acicalamiento.
Depresión
Los gatos son animales muy sensibles y rutinarios, por lo que cualquier cambio les afecta más de lo que se piensa. La depresión es una enfermedad común en ellos, la cual muchas veces pasa desapercibida porque no se saben identificar los síntomas. Estos suelen confundirse con la personalidad de un gato tranquilo y no se les da la debida importancia.
Un gato depresivo suele dormir más de lo normal, presenta apatía ante todo lo que lo rodea. Pierde el interés y no reacciona animado con sus objetos y personas que conviven con él. No usa el arenero, deja de acicalarse y se muestra irritable cuando se intenta relacional con el felino.
Las causas de la depresión pueden ser varias y dependerá de la personalidad del animal, pero la falta de libertad, sobre todo cuando es un gato que está acostumbrado a salir de casa, una mudanza, pasar mucho tiempo solo, la pérdida de un familiar -ya sea humano u otra mascota-, una enfermedad o la falta de estímulos y juguetes, así como una mala alimentación podrían provocar esta enfermedad.
“Si se considera que el gato tiene depresión, no se considera adecuado administrar algún medicamento por cuenta propia. Lo ideal es llevarlo a un veterinario y explicar los síntomas, así como las circunstancias que podrían haber desencadenado la enfermedad”, dice Hernández.
Epilepsia
La epilepsia es una disfunción neurológica en el cerebro que se manifiesta por episodios de convulsiones transitorias. Los ataques convulsivos no siempre están relacionados a la epilepsia, podrían presentarse por enfermedades endocrinas, metabólicas o cardiovasculares. Incluso, existe la epilepsia idiopática, es decir, sin causas conocidas.
Esta enfermedad es más frecuente en perros que en gatos. En los felinos solo entre el 15 y 25 por ciento presenta casos de epilepsia idiopática. Suele aparecer durante el primero y tercer año de edad y los animales no suelen presentar ninguna anormalidad durante la crisis, por lo que es difícil describir el episodio, más allá de la convulsión, al veterinario.
Ante las convulsiones, al ser movimientos bruscos y exagerados, los dueños de los gatos suelen alterarse y no prestar mucha atención a cómo se comporta el gato. Cuando se presente un ataque convulsivo, debe evitar taparlo porque puede asfixiar al animal, tampoco le sujete la cabeza porque puede lastimarle el cuello y no le dé de beber o comer, ni siquiera su medicamento, si es que lo tiene.
La epilepsia puede tratarse con medicación, no llega a curarse nunca, pero el tratamiento reduce la frecuencia de aparición de las crisis y proporciona una mayor calidad de vida al animal. Por ello, si su mascota presenta un ataque convulsivo, debe llevarlo a un veterinario para que le practiquen un examen neurológico.