“Nos parecía un paisaje de ensueño, con montañas y lagos”, dijo Nancy, de 74 años. Además, en el último año no habían reunido a su clan, conformado por sus tres hijas y sus familias. Se trata de una docena de personas en total. Nancy pensaba que podía manejar con Dave desde su casa en Bethesda, Maryland, hasta el norte del estado de Nueva York.
Pero Dave no estaba tan seguro.
Ambos están jubilados y han sido cautelosos durante la pandemia porque, aunque no sufren de enfermedades que podrían generar grandes complicaciones con el COVID-19, debido a su edad están entre la población de mayor riesgo. Han evitado las visitas a los supermercados optando por los servicios de entrega de víveres y comida para llevar. Dave incluso usaba guantes en la cancha de tenis.
“He tenido dudas sobre el viaje”, dijo. “No me gustaría arriesgarme”. También le preocupan los miembros de su familia que planean volar desde Oregon y Florida para su cumpleaños, por lo que comenzó a decir que era el “Dr. No”.
“No es divertido para él, ni para nadie, si siempre está mirando por encima del hombro”, dijo Nancy, con simpatía. Sin embargo, ella espera que puedan viajar.
Al principio de la pandemia, la mayoría de los funcionarios de salud les advirtieron a los adultos mayores que se quedaran en casa, excepto para comprar alimentos, medicamentos o hacer ejercicio al aire libre, siempre manteniendo la distancia con otras personas. Ahora, con la reapertura de estados y ciudades (aunque algunas zonas han vuelto a cerrarse) a ritmos diferentes, los cálculos se vuelven cada vez más complicados.
“Muchas personas están realmente angustiadas acerca de qué es lo que deben hacer y en quién confiar”, dijo William Schaffner, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt.
Según datos de marzo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han reportado que las hospitalizaciones por COVID-19 aumentan con la edad pasando de unas 12 por cada 100.000 casos entre los 65 y 74 años a 17 por 100.000 casos para los mayores de 85. Asimismo, un extenso estudio realizado en Inglaterra informó que los pacientes mayores de 80 años tienen al menos 20 veces más probabilidades de morir que los de 50 años.
Aunque el riesgo de contraer el nuevo coronavirus no parece más grande para las personas mayores de 65 años, “una vez que se contrae una infección, el virus es mucho más intenso”, dijo Schaffner, quien también es un adulto mayor.
“Aunque nos recuperemos, existe la posibilidad de que nunca volvamos a gozar del mismo nivel físico y mental que teníamos”, agregó.
Ante esa perspectiva, ¿te cortarías el pelo? Schaffner ha decidido que lo hará, pero usará una máscara quirúrgica y confía en que su estilista de toda la vida tomará precauciones “meticulosas”.
El grupo de lectura de los Nathan se ha estado reuniendo por Zoom. Pero, debido a las actuales circunstancias ¿es posible que cuatro parejas se reúnan en un patio trasero? Los miembros del grupo acordaron que lo harían, siempre y cuando todos mantuvieran una sana distancia.
“Lo menos arriesgado es quedarse en casa, cerrar la puerta y envolverse en plástico”, dijo Schaffner.
Aunque el médico lo decía de broma, los economistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts estuvieron a punto de respaldar esa estrategia (menos la envoltura de plástico) en un estudio reciente que sugiere medidas de contención específicas según las edades. Propusieron proteger a las personas mayores de 65 años aislándolas durante unos 18 meses hasta que una vacuna esté disponible; mientras tanto las personas más jóvenes, que enfrentan menos riesgos para la salud, volverían a trabajar.
“Así tendríamos menos muertes y menos problemas económicos”, dijo Michael Whinston, uno de los autores de la investigación. En marzo, él y tres colegas desarrollaron su investigación que buscaba evitar dos perspectivas extremas: una proyección de dos millones de muertes de estadounidenses si el país no se cerraba, y una devastación económica si lo hacía.
Pero su enfoque supone que lo único que le interesa a los adultos mayores es no morir.
“Tenemos que encontrar un equilibrio entre preservar la seguridad y vivir”, dijo Linda Fried, geriatra y decana de la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia. “Todos debemos hacer algunas cosas para mantener nuestra salud mental y nuestro bienestar”.
Fried afirma que normalmente el proceso de toma de decisiones sería menos complicado para las personas mayores porque los CDC suelen proporcionar orientación detallada y basada en la ciencia para los grupos en riesgo, y esa información se actualiza cada semana.
“Esto es tremendamente atípico, creo que no tiene precedentes, y eso no lo estamos viendo”, dijo. Sin ese liderazgo, los adultos mayores se enfrentan a una serie de cambios dispares en las políticas estatales y locales, y “todos sienten que están por su cuenta”.
Eso significa que las personas mayores deben considerar su estado de salud individual al decidir cuáles riesgos quieren correr. Sus sistemas inmunes son menos robustos, lo cual hace que sea más difícil que se recuperen de una infección grave. También son más propensos a sufrir afecciones subyacentes (como diabetes, enfermedades cardíacas, pulmonares o renales graves) que aumentan las enfermedades graves y las hospitalizaciones. Las personas de color, las personas obesas y los hombres corren un riesgo mayor.
“Si eres una persona mayor con mucha vitalidad y no sufres enfermedades crónicas, probablemente seas un poco más resistente”, dijo Fried, pero agregó rápidamente que “no hay garantías”.
En el enlace riskcalc.org/COVID19/ se puede consultar una calculadora desarrollada por investigadores de la Clínica Cleveland que puede proporcionar una idea más clara de los riesgos de cada uno.
La geografía también importa. Las personas mayores que viven en New Hampshire o Maine, donde se registró un declive en los casos nuevos durante la semana pasada, pueden optar por un comportamiento menos restrictivo que quienes están en Florida y Arizona, donde el COVID-19 ha estado aumentando. Hay que prestarle atención a los condados que presentan un aumento de los casos y cuáles están haciendo un buen trabajo con las medidas de contención.
“Lo que hagas dependerá de dónde estás”, dijo Nathaniel Hupert, codirector del Instituto de Preparación para las Enfermedades y los Desastres de Weill Cornell Medicine, quien asesora al grupo de trabajo del COVID en el estado de Nueva York.