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Los berrinches suelen ser más fuertes o frecuentes alrededor de los dos años, porque es la edad en la que los niños están aprendiendo a manejar sus emociones, sobre todo descubriendo cómo canalizar su ira, enojo, miedo o frustración. Las conductas usuales son gritar, llorar, patear, tirarse al suelo o darse golpes a sí mismo.
Es común que los pequeños utilicen los berrinches como estrategia para llamar la atención del adulto, protestar por algo que se le quitó o no se le dejó hacer o bien para evitar una situación que no le agrada. En algunas ocasiones ocurren por su deseo de búsqueda de independencia porque ya se sienten grandes para hacer lo que quieran, pero su corta edad les impide ser autosuficientes.
Desde pequeños los niños deben aprender habilidades para manejar sus emociones, dice María Andrea González, pedagoga. Si se les enseña de forma adecuada serán capaces de controlar sus impulsos, resolver problemas, negociar y comunicar sus necesidades.
A continuación, las especialistas recomiendan algunas acciones para controlar y disminuir los berrinches.
Mantener la calma
“La mejor estrategia siempre será estar tranquilo, evitar los nervios, no hay que hablarles muy fuerte porque solo los alterará más. La paciencia es el gran aliado de los padres de familia. Cuando el pequeño solo grita y llora no demostremos que nos desesperamos o nos ponemos nerviosos, solo hay que esperar que se calme, aunque más personas nos observen”, indica González.
Cuando el niño ya esté dispuesto a escuchar, aunque continúe llorando agáchese a su misma altura, puede tomarlo de los hombros y explícarle la situación. Por ejemplo, por qué no le puede dar el juguete o por qué no puede continuar jugando.
Proponga alternativas
Cuando el niño o niña comience a enojarse y usted considere que la situación podría terminar en un berrinche, prevéngalo con otras actividades que sean de su agrado. Por ejemplo, si se enojó porque ya no podrá continuar jugando porque debe bañarse, explíquele que podrá seguir jugando en la bañera con otros juguetes.
Desvíe la atención
Una de las técnicas más utilizadas para calmar a los pequeños es que cuando comienzan a llorar los distrae con otro objeto o actividad. Por ejemplo, si está llorando por un juguete, puede mostrarle otro o indicarle que harán una actividad más divertida y usted comenzarla a hacer.
Así el niño poco a poco fijará su atención en lo nuevo y olvidará lo que lo hizo enojar o frustrarse.
Ignórelo
Para algunos padres de familia es muy funcional el ignorar al niño cuando hace berrinche. Esta acción consiste en evitar cualquier tipo de contacto: visual, físico o verbal con el pequeño desde que inicia hasta que se calma.
“A los niños a quienes se les demuestra que los berrinches ponen al adulto nervioso y que se termina haciendo lo que los pequeños dicen, utilizan las rabietas para manipular. Pero, cuando se les comienza a ignorar ven que ya no les funciona y dejan de hacerlo. Aunque, para que eso ocurra, se necesita mucha práctica y paciencia porque las primeras veces los berrinches serán más constantes y fuertes”, explica López.
Acuda al diálogo
Cuando el berrinche haya pasado y el pequeño ya esté tranquilo, es momento de hablar. Es importante explicarle las razones por las que se tomó la decisión o acción que provocó el berrinche y porque no es adecuado que lo haga. Además, es importante que escuche las razones del niño y no lo regañe, sino solo hágale ver que hay formas de decir las cosas y que pueden llegar a un acuerdo. Además, al escucharlo usted también podrá identificar qué le provoca frustración.
Promueva la calma
Cuando ya esté calmado y el berrinche haya pasado, aproveche el momento para describirle la sensación de bienestar que está sintiendo en ese instante. Puede ser con frases como “antes estabas muy enojado, pero ahorita ya estás calmado porque todo pasó ¿verdad?”.