Salud y Familia

¿Golpea a sus hijos para corregirlos?, eso los hace más agresivos y antisociales

Castigar físicamente a los niños cuando se intenta corregirlos, tiene un efecto contrario en su comportamiento, porque los golpes aumentarán las probabilidades de que sean más agresivos, rebeldes y antisociales, según estudio estadounidense.

Esa es la conclusión de un metaanálisis llevado a cabo por expertos de las universidades de Texas en Austin y Míchigan (Estados Unidos), después de analizar datos de cinco décadas de investigaciones en las que participaron más de 160 mil niños.

Dicho estudio fue publicado en la revista Journal of Family Psychology, y constituye el más completo hasta ahora en torno a los azotes a los menores (que los investigadores definen como un golpe dado con la mano abierta en el trasero, brazos o piernas), según el sitio muyinteresante.es 

“Nuestro análisis se centra en lo que la mayoría de los estadounidenses reconocerían como nalgadas, y no en comportamientos potencialmente abusivos”, explica en el sitio web de su centro universitario Elizabeth Gershoff, profesora asociada de Desarrollo Humano y Ciencias de la Familia en la Universidad de Texas en Austin.

“Nos hemos encontrado con que dar azotes estaba asociado con resultados perjudiciales e inesperados y, sin embargo, no se vinculó con un mayor cumplimiento inmediato o a largo plazo (de las normas de los padres), que es lo que los progenitores esperan cuando deciden disciplinar a sus hijos”, añadió.

Elizabeth Gershoff y Andrew Grogan-Kaylor, coautor del estudio y profesor asociado de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Míchigan, llegaron a la conclusión que dar azotes aumenta la probabilidad de obtener una amplia variedad de resultados no deseados para los niños y también para los padres.

Cuanto más les habían golpeado, más propensos se habían mostrado a demostrado un comportamiento antisocial y a padecer problemas de salud mental. Asimismo, eran más partidarios de emplear el castigo físico con sus hijos, al poner de relieve que la actitud hacia los castigos físicos es algo que suele pasar de una generación a la siguiente.

“Como sociedad pensamos que un azote y el abuso físico son comportamientos distintos. Sin embargo, nuestra investigación muestra que las nalgadas están vinculadas a los mismos resultados negativos en los niños que el abuso, justo a un grado ligeramente inferior”, explica la profesora Gershoff.

Según el informe El Estado Mundial de la Infancia del 2014 en Cifras, elaborado por Unicef, “en la mitad de los países con datos disponibles, más del 80 por ciento de los niños de 2 a 14 años habían sido sometidos a la disciplina violenta”, pese a que, según señala Gershoff, no existe ninguna evidencia clara de que los azotes tengan algún efecto positivo y sí existe en cambio de que plantea un riesgo de dañar el comportamiento y el desarrollo de los pequeños.

“Esperamos que nuestro estudio pueda ayudar a educar a los padres acerca de los daños potenciales que tienen los azotes y los invite a probar formas de disciplina positivas y no punitivas”, concluye la profesora.

 

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