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Los eructos impiden conciliar el sueño
Las personas que tienen acidez deberían tener cuidado con consumir frutas por la noche, especialmente las que tienen mucho ácido, como los cítricos, ya que esto puede provocar eructos.
“Esto es incómodo sobre todo cuando uno está acostado y molesto a la hora de conciliar el sueño”, dice Sabine Holzäpfel, asesora del departamento de Alimentación y Nutrición del centro de asesoramiento al consumidor del estado federado alemán de Baden-Wurtemberg.
Algo similar vale para la ensalada. Pero, según Holzäpfel, esto varía de persona a persona y confirma los dichos de Donalies: “No hay pruebas científicas de que se deba renunciar a la ingesta de verduras crudas por la noche”, sostiene.
El biorritmo del sistema de digestión
Antes se creía que todo dependía de la ingesta total de calorías en el día y no de cuándo o cuán seguido se comía. “Pero actualmente hay indicios de que el momento (en que se consumen alimentos) también juega un rol. Algunos estudios muestran ventajas para la salud si el desayuno es abundante y la cena menos calórica”, explica Holzäpfel.
Esto tiene sentido, ya que el sistema digestivo depende del biorritmo. Este es más activo en las horas de la mañana, mientras que por la tarde-noche trabaja menos.
Pero esto no significa que sea acertada la afirmación según la cual todo lo que se come a partir de las 18 horas no se digiere. “La digestión comienza cuando se mastica y con la saliva en la boca”, explica Donalies. Y el tracto gastrointestinal no suspende su trabajo del todo durante la noche.
Sin embargo, algunos alimentos son más fáciles de digerir, y otros más difíciles. Las comidas muy condimentadas, calientes o fritas y las cenas abundantes, como los guisos muy pesados, permanecen más tiempo en el tracto gastrointestinal y se digieren más lentamente. El alcohol también demora la digestión.
Esto puede provocar molestias como pesadez, hinchazón o acidez. “Quien tenga estos problemas debería no comer tanto por las noches, y un máximo de tres o cuatro horas antes de irse a dormir”, aconseja la experta de la DGE Donalies.
Los alimentos líquidos, como las sopas y las papillas, tienen un tiempo de retención más corto y, por tanto, suelen ser más digeribles.
Una cuestión de costumbre
A qué renunciar por las noches depende mucho de las propias costumbres. Si el plato principal se consume de noche, el cuerpo se suele acostumbrar a esto. “En esos casos se recomienda comer tranquilo y masticar bien, ya que eso mejora la digestión”, explica Holzäpfel.
Sentirse lleno y tener gases no son buenos puntos de partida para un sueño reparador. Por eso, si uno se siente muy lleno después de comer, lo mejor es probar con un poco de movimiento o salir a caminar antes de acostarse.
En general, la idea es prestar atención al propio cuerpo e ir probando con qué comidas se siente uno más a gusto.
No comer mucho pan blanco a la noche
De acuerdo con Astrid Donalies, hay observaciones que demuestran que determinadas ingestas tardías pueden favorecer la aparición de sobrepeso y enfermedades como diabetes de tipo dos. Por eso, parece no tener sentido consumir por la noche muchos hidratos de carbono simples, como por ejemplo golosinas o pan blanco.
Sin embargo, para esta eco-antropóloga, lo realmente definitivo para el desarrollo del peso corporal es el balance energético: las calorías contenidas en los alimentos deben corresponderse con el consumo energético del cuerpo.
¿De qué sirve ayunar?
El tiempo también es clave cuando se hacen intervalos de ayuno. En estos casos se puede comer casi todo, pero solo a determinadas horas.
Entre las dietas más populares se encuentran la 16:8 y la 14:10. Es decir que, por ejemplo, se toma solo agua, té sin endulzar o café negro durante 14 a 16 horas. En las 10 a ocho restantes se puede comer normalmente.
Domalies afirma que con hacer solo esto no se cambia el tipo de alimentación ni se opta por una alimentación más sana. Sin embargo, algunos datos indican que este tipo de alimentación puede tener efectos positivos en la salud y con ello beneficiar la pérdida de peso.
“Los estudios no muestran un cuadro unívoco. Tampoco en cuanto a las consecuencias a largo plazo”, añade.
Por otra parte, Donalies ve de forma crítica la separación de hidratos de carbono y proteínas. “No hace falta separarlos en el tiempo”, asegura, ya que según dice el cuerpo humano está en condiciones de digerir los dos alimentos a la vez.