“Nadie es inmune a desarrollar una alergia”, explica Sonja Lämmel, de la Asociación Alemana de Alergia y Asma. “Cuanto más extendida está la ambrosía, cuanto más común es, mayor es la probabilidad de padecerla”.
El Instituto Estatal de Agricultura de Baviera, en el sur de Alemania, la describe como una planta con hojas verdes que se asemejan a una pluma y con tallo muy peludo que se vuelve rojizo hacia el otoño. Las plantas pueden alcanzar una altura de hasta 1.5 metros.
La floración comienza en verano. La inflorescencia es racimosa en las plantas masculinas, por lo que la planta también se conoce como hierba uva.
La ambrosía no es muy exigente en cuanto a ubicación, por eso suele crecer en los bordes de las carreteras, según el Centro Estatal de Investigación Agrícola de Baviera. También puede invadir jardines, por ejemplo a través del pienso para alimentar pájaros, que a menudo está contaminado con semillas de ambrosía.
En lo que respecta a las alergias, es necesaria una cierta cantidad de polen para desencadenar una reacción. “Lo que tiene de especial la ambrosía es que basta muy poca cantidad para desencadenar una reacción alérgica, mucho menos que el polen de gramíneas, por ejemplo”, apunta Lämmel.
Los alérgicos notan que la nariz gotea, los ojos pican y hasta pueden tener ataques de asma con dificultad respiratoria. Además, si se toca una planta, también son posibles las alergias de contacto, con el riesgo de erupciones cutáneas y eczemas.
Por eso la experta Lämmel aconseja evitar la planta o quitarla rápidamente si la descubre en el jardín. Si ya presenta floración, lo mejor es arrancarla protegiéndose con una mascarilla respiratoria que cubra la boca y la nariz, así el polen no puede penetrar en las mucosas. Además, se recomienda usar gafas ajustadas y guantes.
Por cierto: la ambrosía arrancada no debe depositarse en el compost ni en el cubo de la basura orgánica, para evitar que las semillas sigan madurando. Son tan robustas que pueden permanecer germinables hasta 40 años. Por eso, lo mejor es desecharla con la basura general.
“Si está fuera de casa, por ejemplo de excursión en bicicleta, no debe tocar la ambrosía”, aconseja Lämmel. Si se sabe que se es alérgico al polen de esta planta, se puede tomar un antihistamínico como prevención, por ejemplo.