La actividad de casi un cuarto de los genes humanos (5 mil 136 de los 22 mil 822 analizados en el estudio) difiere dependiendo del momento del año (unos son más activos en invierno y otros en verano) y también cambia la composición relativa de las células inmunes en la sangre y del tejido adiposo.
Los científicos ya sabían que enfermedades como las cardiovasculares, las autoinmunes o los desórdenes psiquiátricos manifiestan variaciones estacionales, como lo hace el metabolismo de la vitamina D, pero es la primera vez que se demuestra que el cambio de las estaciones puede influir en cómo funciona el sistema inmunitario.
Los investigadores descubrieron que durante le invierno en Europa el patrón es “proinflamatorio” , con lo que en la sangre se detecta un aumento de los niveles de proteínas ligadas a enfermedades cardiovasculares y autoinmunes.
Mientras, en los países de África Occidental las personas experimentan un aumento de los tipos de células de temporada entre junio y octubre, la temporada de lluvia, cuando la malaria y otras enfermedades infecciosas tienen mayor prevalencia.
El profesor John Todd, de la Universidad de Cambridge, indicó que este “inesperado” descubrimiento es, de alguna manera “obvio”, pues ayuda a explicar por qué tantas enfermedades desde las cardiacas a las mentales son mucho peores durante los meses de invierno, pero nadie había apreciado su alcance”.
Este descubrimiento puede tener implicaciones “profundas” en cómo se trata enfermedades como la diabetes tipo 1 e incluso en cómo se planifican las investigaciones, señaló.
Los investigadores examinaron muestras de sangre y tejido adiposo de 16 mil personas de los dos hemisferios terrestres y países como Reino Unido, EEUU, Islandia, Australia y Gambia.
El estudio señaló que cientos de genes estaban expresados (se dice que un gen se expresa cuando está activo en una célula o tejido, lo que normalmente implica la generación de proteínas) de diferente manera en la sangre y el tejido adiposo dependiendo de la época del año en que se habían tomado las muestras.
De igual manera identificaron diferencias estacionales en el tipo de células que se encontraban en la sangre.
Un descubrimiento sorprendente fue que un conjunto de genes asociados a la respuesta individual a la vacunación estaban más activos en invierno, lo que sugiere que algunos programas de vacunación podrían ser más eficaces en esos meses, cuando el sistema inmunitario está ya preparado para responder.
No está aún claro qué mecanismo mantiene la variación estacional identificada en el sistema inmunitario, aunque puede deberse a señales ambientales como el luz solar o la temperatura ambiente.