Además, aconseja dejar pasar un tiempo prudencial después de determinadas enfermedades y operaciones del corazón, antes de decidir salir de viaje.
Por ejemplo, deberían dejarse pasar al menos una o dos semanas después de una dilatación de las arterias coronarias, la inserción de un desfibrilador o un marcapasos antes de iniciar un viaje.
Y habría que esperar el doble de tiempo, según recomienda la fundación, luego de un ataque al corazón o una cirugía cardíaca.
Los expertos señalan que, a la hora de elegir el destino correcto para las vacaciones es aconsejable optar por una zona climática a la que el cuerpo ya está acostumbrado.
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De lo contrario, las temperaturas muy elevadas podrían provocar un colapso circulatorio en personas que ya están estresadas, las estancias en altitudes elevadas podrían suponer un esfuerzo excesivo para el músculo cardíaco, y los climas tropicales o árticos podrían afectar al sistema cardiovascular.
Una vez arribados a su destino de vacaciones, los pacientes cardíacos deben primero aclimatarse y evitar las excursiones por la montaña o los baños de sol prolongados.
Acotan que, en cambio, no supone problemas el realizar actividades que exigen un esfuerzo ligero o moderado, pero evitando el calor del mediodía.
También aconsejan tener precaución al nadar, ya que existe el riesgo de sufrir problemas circulatorios al entrar o salir repentinamente del agua fría.
Los pacientes que toman el anticoagulante fenprocumon deben controlar su coagulación con mayor frecuencia durante las vacaciones debido al cambio de hábitos alimenticios.
En tanto, sería mejor que eviten viajar las personas que sufren opresión en el pecho o falta de oxígeno cuando realizan leves esfuerzos, como por ejemplo subir una escalera, padecen mareos o sufren pérdida repentina del conocimiento (desmayos).