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Los niños tienen necesidad de seguridad y protección, así como de reconocimiento, y la sensación de que pueden lograr algo por su propia cuenta. “Todas estas necesidades se ven afectadas por la separación”, dice Koch.
Los pequeños se sienten impotentes, tienen miedo de perder a sus padres y se preguntan cuán importantes siguen siendo para ellos.
Cuando los padres deciden separarse por lo general aún no saben cómo serán las circunstancias. Se vuelve necesaria otra vivienda, así como resolver temas financieros y regular el cuidado de los menores. Pero incluso cuando los detalles estén sin definir, los padres deben comunicarle la decisión a sus hijos, y lo mejor es que lo hagan conjuntamente.
Informar al niño: “Aquí cambiará algo”
“No se trata de presentar ya un resultado perfecto, sino de informarle al niño: aquí cambiará algo”, según el pedagogo Volker Barth, que asesora a padres en situaciones de separación. Lo mejor es contar primero lo que no se modificará, por ejemplo: “mamá y papá seguirán pasando tiempo contigo y siempre estarán para escucharte”.
También es importante que los padres dejen en claro que no es el niño el responsable de la separación, sino los propios adultos. Y que ambos asumirán conjuntamente la tarea de organizar esa nueva situación.
“Para que los padres lo logren, es decisivo que separen el rol de padres del de la pareja”, indica Claus Koch. “Pueden haber fracasado como pareja, pero como padres seguirán ocupándose juntos de sus hijos”.
La disputa judicial, la peor solución para el niño
Esto es lo que suele ser difícil. Quien se siente herido, abandonado o engañado tiene dificultades para encontrar soluciones comunes. Por eso, buscar un asesoramiento profesional puede ser útil. Por ejemplo, con una terapeuta de familia, como Annett Heinrich, que asesora en la ciudad alemana de Leipzig a padres que se están separando. “Hay muchos que dicen: solamente podemos hablar aquí, en otro lado no funciona”, cuenta la pedagoga social.
Esas conversaciones con un marco de contención también promueven el entendimientro entre los ex integrantes de la pareja y pueden sentar las bases para que ejerzan su rol de padres tras la separación. Esto suele costar tiempo y frecuentemente mucha energía.
Y, aunque no haya una solución perfecta, para los niños es mejor este camino que apelar a los tribunales. Estos deben ser evitados, sostiene Koch: “Cuando los padres pelean por sus hijos ante la Justicia, esto tiene consecuencias todavía más perjudiciales para los niños. Hay muchos estudios confiables a largo plazo que lo demuestran”.
Pero cuidar bien al niño no significa tragarse los propios sentimientos. Llorar alguna vez delante de los pequeños no es malo y lo mejor es entonces explicar brevemente la tristeza. Así incluso los niños de tres o cuatro años pueden comprender lo que está sucediendo.
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Sobre todo en la primera etapa tras la separación los padres deben pasar tiempo con su hijo y brindarle seguridad. Los rituales como las comidas compartidas pueden ayudar.
La confiabilidad se convierte en un factor muy importante, por lo que es importante por ejemplo buscar puntualmente al niño en el jardín de infancia. Pero si alguien no lo logra porque está atravesando un momento caótico, puede pedir ayuda a amigos o a parientes.
“Los estudios asumen que, después de un año, los niños ganarán nuevamente una porción de independencia a partir de la situación de que sus padres se han separado”, explica Koch. Esto también puede llegar a durar hasta dos años.
Pero luego, y esta es la buena noticia, la mayoría de los niños se desarrollan de forma completamente normal. Y, cuanto más cooperen los padres entre sí por su hijo, mejores serán las perspectivas.
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