OMS y FAO dicen que el consumo de grasas puede aumentar un poco más en niños y adolescentes hasta el 35 %, pero no más del 10 % deben ser grasas saturadas, mientras hay que reducir al mínimo o incluso suprimir las grasas trans, en especial las producidas industrialmente.
La guía de las dos agencias de las Naciones Unidas indica que el aporte de hidratos de carbono puede oscilar entre el 45 y 75 %. También aconsejan que los azúcares no superen el 10 % del consumo calórico total y reducir a dos gramos de sal al día.
También destacan que el exceso de proteínas, grasas y carbohidratos pueden tener consecuencias negativas en la salud.
En el caso de consumir en exceso proteínas puede haber problemas metabólicos, con la grasa es obvio que puede conllevar un aumento de peso, y excesivos carbohidratos pueden conducir a cambios de la glucosa en la sangre, advierte la declaración.
OMS y FAO coinciden en que la dieta sana debe cumplir cuatro condiciones: adecuada, equilibrada, moderada y diversa.
Por “diversa” entienden que debe incluir el mayor número de tipos de alimentos y grupos alimentarios posible como carnes, pescados, vegetales, frutas, etcétera.
Las organizaciones aconsejan que los niños a partir de los seis meses complementen la lactancia materna con el consumo de alimentos de origen animal como carne, pescado o huevos.
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OMS y FAO advierten especialmente contra el consumo de alimentos ultraprocesados, ya que aumentan el riesgo de problemas de salud que van desde el cáncer a las enfermedades cardiovasculares, el sobrepeso o la diabetes tipo dos, pudiendo afectar a la capacidad mental, respiratoria o gastrointestinal.
La guía alimentaria fue redactada atendiendo a estudios científicos, con el fin de promover unas dietas sanas que pueden ayudar a prevenir deficiencias y excesos de nutrientes, enfermedades comunicables y no comunicables, y promover el bienestar.