A fin de evitarlo, hay que humectar con frecuencia. Los humectantes crean un sello sobre la piel que impide que se escape el agua y que la piel se seque. Aplicar en los talones un humectante espeso, varias veces al día, explica el dermatólogo Lawrence E. Gibson, de la Clínica Mayo.
Algunos humectantes contienen sustancias queratolíticas, como la urea, el ácido salicílico y el ácido alfa hidróxido, que si bien ayudan a suavizar y exfoliar la piel, también pueden provocar ligero ardor o irritación.
También se puede remojar los pies en agua tibia, ya sea pura o con jabón, durante unos 20 minutos. Después de hacerlo, usar una esponja vegetal o un estropajo para pies y luego cubrir los talones con un ungüento a base de vaselina.
Considerar aplicar un humectante a base de vaselina en los talones antes de acostarse, pero como tal vez se sientan un poco grasosos, ponerse un par de medias en los pies humectados para no dejar escapar la humedad durante la noche.
Si estas medidas no dieran resultado, o en caso de que los talones se hincharan o inflamaran, consultar con el médico o con un dermatólogo. Es posible que se necesite un ungüento recetado con humectantes más fuertes o una crema con esteroides para aliviar la inflamación.
Las vendas especiales para tejidos corporales pueden proteger y mantener unidos los bordes de las grietas a fin de permitirles sanar. Usar zapatos de protección y perder el exceso de peso también puede servir para aliviar la presión sobre los pies.
Si se padece otras afecciones de la piel, como psoriaris o eccema, se recomienda consultar con el especialista, porque pueden afectar el tratamiento. Si se tiene diabetes, es aún más prestar atención a los pies, porque los talones agrietados pueden derivar en infecciones y ulceraciones, concluye Lawrence.