“Si el flujo de ideas que están en un texto no entran lo suficientemente rápido a las áreas del cerebro que se relacionan con la comprensión, la información se pierde”, señaló el experto con relación a la importancia de la fluidez.
De una manera esquemática, cuando se leen las palabras estas ingresan a la memoria de trabajo y luego a las áreas del cerebro que se relacionan con procesamiento y memoria a largo plazo. Si el curso se interrumpe, lo que se leyó se anula.
Un claro ejemplo de ello, es cuando en voz baja se repite un número telefónico. Cuando esta acción se frustra porque algo externo capta la atención, los datos se olvidan. Esto se debe a que la nueva información ingresó a la memoria de trabajo, cayó sobre el número telefónico y lo borró.
Esto sucede
Al tener fluidez lectora, la información ingresa rápido a los niveles de procesamiento cognitivo y se logra la comprensión.
“Si alguien no lee suficientemente rápido y sin errores, lo que está leyendo nunca se procesa, porque la idea no se completa” en el cerebro, refirió Rubio.
Lo ideal, es que un niño al final del segundo grado de primaria lea 60 palabras por minuto en voz alta para desarrollar la comprensión lectora. En sexto, el número debería aumentar a 130 o 150.
Esfuerzos
Estudios desarrollados por expertos en educación en el mundo, evidencian una correlación alta entre fluidez y comprensión.
En Guatemala, los niveles de compresión lectora en los estudiantes no son los óptimos. Según Rubio, tan solo el 25 por ciento alcanza los estándares establecidos por el Ministerio de Educación.
Por ello, USAID se unió al proyecto Yo Leo de Prensa Libre, que este año se enfoca en la fluidez lectora, una área de aprendizaje que está descuidada en las aulas y que es indispensable trabajar para mejor la calidad del aprendizaje, dijo Violeta Velásquez, editora del departamento de Contenidos Especiales de este matutino.
“El objetivo principal del proyecto es proveer a padres y maestros un material que ayude a desarrollar la habilidad en sus hijos, en los estudiantes”, añadió Velásquez.
La colección irá inserta en este matutino a partir del 16 de febrero y busca convertirse en una herramienta útil para maestros y padres de familia en el hogar.
Serán 10 fascículos con contenido desarrollado para niños en los niveles de primaria, con lecturas con varios niveles de dificultad, con el fin de que cada niño avance según su ritmo, expresó la editora.
Los textos que aparecen en los fascículos responden a la realidad sociolingüística del país e incluyen actividades para desarrollar vocabulario y estimular la comprensión de cada lectura.
En este proceso es importante la retroalimentación, y por eso, Yo Leo, Fluidez Lectora involucra a los maestros y padres de familia para que sean ellos quienes evalúen el progreso de los niños e identifiquen los puntos en los que es necesario reforzar para alcanzar los niveles apropiados.
Yo Leo circulará en todo el país
A partir de este 16 de febrero, los martes y miércoles aparecerá inserto en Prensa Libre, en circulación nacional, un ejemplar de Yo Leo, Fluidez Lectora.
Serán 10 fascículos que desarrollarán seis niveles de lectura. Los martes se publicarán los niveles 1,2 y 3; al día siguiente, el 4, 5 y 6. De esta manera, los niños podrán encontrar en cada número una lectura de acuerdo con su nivel de fluidez.
Para trabar con los fascículos es necesario que el niño se acompañe del maestro, padre o de otro estudiante. La idea es que el pequeño lea en voz alta, su acompañante lo escuche y anote el número de palabras que leyó correctamente por minuto.
Para llevar un mejor control del avance, el lunes 15 de febrero se publicará el Leómetro, una guía para anotar cuántas palabras se leyeron e identificar si se puede pasar al siguiente nivel.
Al final de cada lectura, el estudiante encontrará actividades que le ayudarán a desarrollar la comprensión lectora.
Al final de cada número, hay consejos prácticos para mejorar la lectura.