A medida que la variante delta se extiende por todo el país, los informes de infecciones en personas vacunadas cada vez son más frecuentes, incluyendo, más recientemente, entre al menos seis demócratas de Texas, un asistente de la Casa Blanca y un asistente de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes.
La variante altamente contagiosa, combinada con una campaña de vacunación rezagada y la ausencia casi total de restricciones preventivas, está provocando un rápido aumento de casos en todos los estados y de hospitalizaciones en casi todos ellos. En la actualidad, representa alrededor del 83 por ciento de las infecciones diagnosticadas en Estados Unidos.
Sin embargo, por preocupante que pueda parecer la tendencia, las infecciones posvacunación —las que se producen en personas vacunadas— siguen siendo relativamente poco frecuentes, según los expertos, y las que causan enfermedades graves, hospitalizaciones o la muerte, aún más. Más del 97 por ciento de las personas hospitalizadas por COVID-19 no están vacunadas.
“El mensaje sigue siendo que, si estás vacunado, estás protegido”, comentó Celine Gounder, especialista en enfermedades infecciosas del Centro Hospitalario Bellevue de Nueva York. “No tendrás una enfermedad grave, no te hospitalizarán ni morirás”.
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Con los informes sobre las infecciones posteriores no debe interpretarse que las vacunas no funcionan, dijo el jueves durante una conferencia de prensa Anthony Fauci, principal asesor del gobierno de Joe Biden en materia de pandemias.
“De ninguna manera significa que se trate de una vacuna fallida”, explicó. “El éxito de la vacuna se basa en la prevención de la enfermedad”.
Aun así, las personas vacunadas pueden contraer infecciones, en su gran mayoría asintomáticas o leves. Esto puede ser una sorpresa para muchos estadounidenses vacunados, que a menudo asumen que están completamente protegidos contra el virus. Además, las infecciones posteriores plantean la posibilidad, aún no resuelta, de que las personas vacunadas puedan contagiar el virus a otras.
Dada la proliferación del virus en gran parte del país, algunos científicos afirman que ha llegado el momento de que las personas vacunadas consideren el uso de cubrebocas en interiores y en espacios concurridos como centros comerciales o salas de conciertos, una recomendación que va más allá de las directrices actuales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, que recomiendan el uso de cubrebocas solo para las personas no vacunadas.
La agencia no planea cambiar sus pautas a menos que haya un cambio significativo en la ciencia, dijo un funcionario federal que habló con la condición de mantener su anonimato porque no estaba autorizado a hablar sobre el asunto.
Las directivas de la agencia ya conceden a los dirigentes locales la posibilidad de ajustar sus políticas en función de los índices de transmisión en sus comunidades, añadió. Al citar el aumento de la variante delta, los funcionarios de salud de varias jurisdicciones de California ya están instando a que se vuelva a usar cubrebocas en interiores; el condado de Los Ángeles lo exige.
“Los cinturones de seguridad reducen el riesgo, pero todavía tenemos que conducir con cuidado”, comentó Scott Dryden-Peterson, médico de enfermedades infecciosas e investigador de salud pública en el Hospital Brigham & Women’s de Boston. “Todavía estamos intentando averiguar qué es ‘conducir con cuidado’ en la era de la variante delta y qué deberíamos hacer”.
La incertidumbre sobre la variante delta se debe, en parte, a su diferencia con las versiones anteriores del coronavirus. Aunque su modo de transmisión es el mismo —se inhala, normalmente en espacios cerrados—, se cree que la variante delta es aproximadamente el doble de contagiosa que el virus original.
Es significativo que los primeros datos sugieran que las personas infectadas con la variante delta pueden ser portadoras de un número de virus aproximadamente mil veces mayor que las infectadas con el virus original. Aunque esto no parece significar que enfermen más, sí es probable que sean más contagiosos y durante más tiempo.
Para la persona vacunada promedio, es probable que una infección posterior sea inconsecuente y que cause pocos o ningún síntoma. Pero a los científicos les preocupa que unas cuantas personas vacunadas que se infecten puedan llegar a desarrollar COVID prolongado, una serie de síntomas poco conocida que persiste después de que la infección activa desaparezca.
Se ha hablado mucho de la capacidad de la variante delta para eludir las defensas inmunitarias. De hecho, todas las vacunas existentes parecen capaces de prevenir la enfermedad grave y la muerte por la variante. En estudios de laboratorio, la variante delta ha demostrado ser una amenaza más leve que la variante beta, por primera vez identificada en Sudáfrica.
Que una persona vacunada llegue a infectarse puede depender del nivel de anticuerpos tras la vacunación, de la potencia de esos anticuerpos contra la variante y de si el nivel de anticuerpos en la sangre de la persona ha disminuido desde la inmunización.
En cualquier caso, las defensas inmunitarias preparadas por las vacunas deberían reconocer el virus poco después de la infección y destruirlo antes de que se produzcan daños importantes.
“Eso es lo que explica por qué la gente se infecta y por qué la gente no enferma gravemente”, comentó Michel C. Nussenzweig, inmunólogo de la Universidad Rockefeller de Nueva York. “Es casi inevitable, a menos que se den refuerzos muy frecuentes a la gente”.
Hay pocas pruebas, más allá de los informes anecdóticos, que indiquen que las infecciones posvacunación por la variante delta son más comunes o que es más probable que se propaguen a otras personas. Los CDC han registrado alrededor de 5500 hospitalizaciones y muertes en personas vacunadas, pero no están haciendo un seguimiento de las infecciones posvacunación más leves.
Elyse Freitas se sorprendió al descubrir que quince personas vacunadas se infectaron en su boda. Freitas, de 34 años, bióloga de la Universidad de Oklahoma, dijo que había sido muy cautelosa durante la pandemia y que ya había pospuesto su boda una vez. Pero después de muchas deliberaciones, celebró la boda en un lugar cerrado el 10 de julio.
Basándose en los síntomas, Freitas cree que el contagio inicial se produjo en una despedida de soltera dos días antes de la boda, cuando una decena de personas vacunadas acudieron sin cubrebocas a los bares del centro de Oklahoma City; siete de ellas después tuvieron un resultado positivo por COVID. Finalmente, diecisiete invitados a la boda se infectaron, casi todos con síntomas leves.
“En retrospectiva, debí haber prestado más atención a las tasas de vacunación en Oklahoma y a la aparición de la variante delta y ajustar mis planes en consecuencia”, comentó.
Las autoridades sanitarias también deberían ayudar al público a entender que las vacunas hacen lo que se supone que deben hacer: evitar que la gente enferme de manera grave, dijo Kristen Panthagani, genetista del Baylor College of Medicine que dirige un blog en el que explica conceptos científicos complejos.
“La eficacia de las vacunas no es del cien por ciento; nunca lo es”, agregó. “Tampoco debemos esperar que las vacunas COVID sean perfectas. Es una expectativa demasiado alta”.