Salud y Familia

Psicología del odio: por qué algunas personas disfrutan hacer daño emocional

Factores biológicos, neurológicos y psicológicos inciden en la agresión y su impacto en las relaciones humanas.

¿Por qué alguas personas disfrutan de hacer daños a otros? (Ilustración Prensa Libre: Freepik)

“En general, nos han educado a pensar que la maldad humana es algo que uno ve en las películas y que no es inherentemente humana, pero existen personas con personalidades perversas que disfrutan hacer daño”, explica Susy Figueroa, coach Zero, quien orienta con herramientas efectivas para ayudar a víctimas de abuso y trauma psicológico.

¿Qué responsabilidad tiene un niño por tener una madre narcisista? ¿O un empleado por ser víctima de la envidia de un colega?, dice Figueroa.

“Cualquiera puede ser víctima de estas personalidades”, insiste Figueroa. Este tipo de abuso ocurre en relaciones familiares —padres o madres narcisistas y abusivos—, de pareja, laborales o de amistad. Figueroa reflexiona que todos los seres humanos tenemos la capacidad de hacer el bien o el mal. “Por muy buenas personas que queramos ser, seguimos siendo humanas. El punto es que hay quienes operan desde el egoísmo o la maldad indiscriminadamente. No se disculpan, y cuando lo hacen, suele ser para mantener una fachada. No reparan el daño; si pueden lastimar más, lo harán”.

El psicóloco Arturo Archila coincide y afirma: “vivimos en sociedades marcadas por una profunda descomposición económica, política, religiosa y psicológica. El ser humano moderno está profundamente afectado a nivel psíquico”.

¿Por qué se hace daño a otros?

El psicólogo Archila y la coach Figueroa señalan que no hay una única causa por la que una persona haga daño. Aquí se mencionan algunas de ellas:

A nivel neurobiológico

Una de las razones puede ser de tipo neurobiológico. Esto significa que la persona tiene una afectación en el sistema límbico, especialmente en la amígdala, relacionada con el procesamiento de las emociones. Estas personas tienden a ser violentas, frías e impulsivas, menciona Archila.

También puede existir una disfunción en la corteza prefrontal, que se asocia con el juicio moral y el control de impulsos.

Las ideologías

Otro factor que lleva a una persona a hacer daño son las ideologías. Cuando una ideología extrema deshumaniza al otro —por no compartir sus creencias—, se pierde toda empatía. Eso ocurrió en Guatemala durante el conflicto armado, cuando las ideologías justificaron torturas, desapariciones y asesinatos, comenta el psicólogo.

La violencia se puede manifestar de muchas formas no solo por los golpes. Existen violencia psicológica y emocional, por ejemplo. (Foto Prensa Libre: Freepik)

Experiencias traumáticas

Muchas personas que dañan han vivido violencia o abuso en la infancia o adolescencia, aunque es la menos frecuente. Aprendieron que el poder está ligado a la violencia. Así, hacen daño como una forma de reafirmarse, protegerse o sobrevivir. “En el fondo hay miedo. El mensaje interno es: ‘el mundo me hizo daño, ahora yo le hago daño al mundo’. Y con ello justifican sus actos dolorosos hacia otros”, añade Archila.

Los sociópatas

Otra causa frecuente es el trastorno de personalidad antisocial. Estas personas, comúnmente llamadas sociópatas, carecen de empatía y remordimiento. Suelen ser encantadoras y hábiles para manipular. Hacen daño sin sentir culpa y, en muchos casos, disfrutan del poder que ejercen sobre otros.

“Los sociópatas abundan. Y, aunque sorprenda, suelen ser contratados en puestos de liderazgo en empresas. ¿Por qué? Porque no dudan en exigir resultados, sin importar si un empleado está enfermo o atraviesa una situación difícil. Incluso pueden disfrutar del sufrimiento ajeno y verlo como una oportunidad para exigir más. No sienten remordimiento, ni siquiera al despedir a alguien en condiciones vulnerables”, agrega Archila.

El psicólogo añade que “estos puestos muchas veces cumplen una especie de función social de escape. Es decir, un sociópata sin canal institucional puede formar pandillas o volverse violento en el crimen organizado. Pero si encuentra un canal social, puede ser policía, soldado… o gerente”.

Figueroa, por su parte, dice que es importante resaltar que en el caso de la psicopatía integrada (personas que no llegan a transgredir la ley aunque sí pueden ser profundamente violentos a nivel psicológico y emocional con los demás) y el narcisismo  ambas personas suelen presentarse con fachadas encantadoras, indefensas o como muy buenas víctimas,  lo que por llamarlo de algún modo, puede despistar a las potenciales víctimas porque los agresoras y las agresoras para nada parecen ser personas que puedan hacer daño a nivel profundo.

Narcisismo

Figueroa describe que existen diferentes grados de narcisismo. "El mal que las víctimas pueden sufrir (hombres o mujeres) puede ser tan profundo como el nivel de maldad que estos tengan y o de egoísmo.  Tienden ser personas que cosifican a los demás, es decir que ven a los otros como objetos que deben estar a su disposición para cumplir con lo que ellos o ellas piensan que los otros deben cubrir.  La persona narcisista por tener un tipo de personalidad con grandiosidad y sentido de superioridad y de derecho por encima de la dignidad de los demás, hará lo que sea que necesite para conseguir lo que quiere.  Tienden a tener muy pocos escrúpulos", dice.

Cómo enfrentar a quienes ejercen violencia

“Hacer daño siempre será responsabilidad del abusador. Ahora bien, las víctimas deben asumir la responsabilidad de sus heridas para poder sanar”, señala la coach. “Ante una víctima de violencia narcisista o psicopática, lo primero es poner la responsabilidad en el autor del crimen emocional. Quienes comprenden cómo funcionan estas personalidades tienen más posibilidades de evitar caer en sus redes o de salir con mayor facilidad si ya están atrapados”, dice Figuera.

La coach explica que la primera recomendación es aprender a detectar y conocer cómo operan este tipo de personalidades.

"En el caso de la psicopatía integrada, la recomendación es contacto cero: apartarse lo más posible, porque estas personas aprovechan cualquier oportunidad para hacer daño o manipular. Si es imposible alejarse —por tratarse de un vínculo como madre o padre—, se aconseja aplicar el método de la “piedra gris”: responder sin carga emocional y comunicarse de forma técnica", agrega Figueroa.

La experta también agrega que son personas son muy hábiles para manipular. Una víctima en relación con estos perfiles puede sufrir hasta 25 formas distintas de manipulación emocional. Una de las más peligrosas es el refuerzo intermitente: hoy tratan bien, mañana mal. Así mantienen a la víctima con la esperanza tóxica de que “tal vez todo estará bien”, como si el funcionamiento de la relación fuera responsabilidad exclusiva de quien ha sido elegida como víctima. “Son muy hábiles para responsabilizar a los demás de sus propias acciones, y pueden manipular a grupos enteros contra una sola persona”, advierte.

Por su parte, Archila agrega que la salida no siempre es evitar al otro, descalificarlo o rechazarlo, especialmente si se trata de alguien cercano. La clave está en descubrir lo que esa relación revela sobre uno mismo: temores, patrones, heridas. Aunque duela, eso puede llevar a un proceso profundo de sanación.

Buscar acompañamiento profesional es esencial. Comprender que la violencia recibida no tenía que ver con la víctima, sino con quien decidió lastimar, es clave. Las terapias ayudan a procesar emociones, ya que este tipo de violencia deja secuelas físicas, como el trastorno de estrés postraumático.

Encontrar personas empáticas que acompañen sin juzgar puede marcar la diferencia. “El abuso narcisista o psicopático integrado es más común de lo que muchos creen. Si alguien sufre violencia emocional o se siente confundido en una relación, debe buscar ayuda. El proceso toma tiempo, pero nadie debe vivir con el corazón roto ni sintiéndose humillado porque otro no supo valorarles”, concluye Figueroa.

ESCRITO POR:

Ingrid Reyes

Periodista de Prensa Libre especializada en periodismo de bienestar y cultura, con 18 años de experiencia. Premio Periodista Cultural 2023 por el Seminario de Cultura Mexicana y premio ESET región centroamericana al Periodismo en Seguridad Informática 2021.

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