En este contexto, la Psicología Positiva nos sirve para aprender a vivir de un modo lo más sano, ético, significativo y feliz posible”, según el psicólogo Iago Taibo Corsanego.
Taibo, nacido en A Coruña (Galicia, España), es uno de los referentes e impulsores más activos de la Psicología Positiva en el mundo de habla hispana, combinando su trabajo de psicoterapeuta con labores de formación y divulgación.
Dirige el proyecto PositivArte y otros portales de Psicología Positiva (PP), es profesor en dos másteres de dicha disciplina en España y creador del I Congreso de Educación Positiva y ha aprendido su especialidad con grandes figuras como la psicóloga estadounidense Bárbara Fredrickson.
Este especialista explica los aspectos teóricos y prácticos de la PP en un libro que lleva ese mismo título, y describe a EFE algunas de las principales “fuentes de felicidad sostenible”, de acuerdo a este enfoque, también conocido como la “Ciencia del Bienestar”, el cual inició su andadura hace un cuarto de siglo.
1998: EL PUNTO DE PARTIDA
“La ciencia de la Psicología Positiva se establece claramente en 1998 para complementar los grandes aportes que la Psicología general ya estaba brindando”, explica Taibo.
“Aunque hay consenso en considerar la Psicología Humanista como el movimiento que favoreció el surgimiento de la Psicología Positiva, esta última se estableció de forma clara y formal en 1998”, precisa Taibo.
Ese año “Martin Seligman propuso, en su discurso de toma de posesión como presidente de la Asociación Americana de Psicología, la complementación de la Psicología tradicional con la promoción del estudio científico del Bienestar Psicológico”, puntualiza.
Añade que, al año siguiente, en 1999, Seligman organizó la creación del Manifiesto Akumal, para sentar unas bases claras y compromisos de aquello que propondría la Psicología Positiva”.
La Psicología Positiva, uno de cuyos pioneros más reconocidos es el psicólogo estadounidense Martin Seligman, se enfoca en el estudio científico y la aplicación terapéutica de las experiencias, emociones y rasgos individuales positivos, y las fortalezas y virtudes humanas, para mejorar la calidad de vida de las personas y prevenir o reducir la incidencia de las psicopatologías.
Se enfoca en lo que le da valor y significado a la vida y contribuye a vivirla con plenitud, y en aspectos positivos de la personalidad (creatividad, confianza, humor, sabiduría, satisfacción, bienestar psicológico, adaptación a la adversidad, optimismo) en lugar de centrarse en las deficiencias y los aspectos patológicos (ansiedad, estrés, depresión).
“La Psicología Positiva es un campo de gran amplitud e importancia, especialmente ante las circunstancias actuales, con preocupantes estadísticas sobre la aparición y el aumento a edades cada vez más tempranas de las conductas suicidas, la depresión y la ansiedad”, señala Taibo.
LA CIENCIA DEL BIENESTAR
Explica que “la ciencia del bienestar emerge para que podamos entender cuáles son las claves que explican con claridad cómo funciona el bienestar humano. Desde ahí emite sugerencias, científicamente validadas, de cuáles son las mejores prácticas”.
Aclara que esto “no es una alabanza al individualismo, ya que la PP alerta de la importancia de introducir cambios en las áreas educativas, de la salud, e incluso políticas, y que “quienes nos dedicamos a esta especialidad, trabajamos en generar consciencia de lo que no está funcionando en las sociedades y cómo cambiarlo”.
La PP maneja el concepto de “Felicidad Sostenible”, el cual se diferencia de muchas propuestas y libros de autoayuda sin base científica que “hablan de la felicidad de un modo simplista, dando a entender que haciendo un ejercicio determinado ya se puede ser feliz” señala este psicólogo.
La Psicología Positiva no solo aporta datos de las técnicas con mayor sustento científico para optimizar algún aspecto específico de nuestra vida, sino que además sus propuestas tienen que incluir un buen índice de sostenibilidad, para mantener sus resultados positivos a largo plazo, apunta Taibo.
“Si una intervención médica te soluciona un problema de rodilla, pero facilita que te deje de funcionar el pie, eso sería una mala idea. Con lo psicológico ocurre lo mismo”, explica.
Por ejemplo, la gratitud es una de las prácticas que aporta más felicidad, pero “no va a asegurarte un buen nivel de bienestar si la practicas solo cuando te encuentras mal, o si al mismo tiempo te atiborras de comida basura o ignoras los problemas de tu gente cercana, tu empresa, la política o la ecología”, de acuerdo con Taibo.
Este experto nos invita a reflexionar con estas preguntas: “Quizá no quieras implicarte en la política ni contribuir a un mundo mejor o a que se reduzca la hambruna, pero ¿cómo va a afectar eso a tus valores y tu autoestima? Seguro que disfrutas viendo series o películas, evitando discutir con tu pareja sobre los temas sociales importantes, ¿pero ese bienestar es amplio y duradero…?”
Para Taibo “no existe una felicidad individual separada de la social: eso no funciona”. Por eso “nuestra mejor Psicología Positiva habla de equilibrios óptimos en la sabiduría vital”, buscando las mejores maneras de cuidar el cuerpo y la mente a la vez, de poner en práctica los valores, de desarrollar la consciencia e implicación social, según puntualiza.
LAS FORTALEZAS HUMANAS
En ese sentido, “una de las propuestas que más se está investigando y promoviendo, debido a los buenos resultados que favorece, es la compasión”, señala.
Taibo la define como “la capacidad de percibir y comprender el sufrimiento (propio y ajeno), activando una intención auténtica de eliminarlo o reducirlo, unido al conocimiento de cómo hacer esto de modo eficaz”.
“Saber cuidar del sufrimiento es una de las habilidades más importantes para ser felices”, recalca.
La compasión puede incluirse dentro de las 24 fortalezas humanas o “fuentes más potentes de Felicidad Sostenible”, consideradas con frecuencia como la columna vertebral de la Psicología Positiva, según especifica Taibo.
Explica que esto está conectado con lo que Aristóteles enmarcaba dentro del concepto de “eudaimonia”, consistente en la felicidad obtenida al poner en marcha nuestras virtudes personales.
La fortaleza humana que más se correlaciona con la felicidad es la gratitud, recalca Taibo.
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Como ejercicio para practicarla, recomienda “justo antes de irnos a dormir, anotar al menos tres cosas de ese día por las que nos sintamos agradecidos. Pueden ser cosas sencillas, como haber saboreado un café durante unos minutos, la sonrisa de mi amigo cuando nos vio llegar o el papel que tiramos a la basura porque se le cayó a otra persona sin darse cuenta”.
El sentido del humor es otra de las fuentes de la felicidad sostenible, y en general está bastante infrautilizada, según Taibo.
Para aplicarlo en nuestra vida, aconseja dedicar un tiempo cada día a generar sonrisas y risas a nuestros seres queridos, “seleccionando y compartiendo los mejores chistes o monólogos, recordando las anécdotas más divertidas que vivimos juntos, haciéndonos fotos con caras raras o enviando audios con voces absurdas…”, por ejemplo.
Taibo considera que la mayoría adoramos que nos hagan reír y hacer reír a los demás, pero la vergüenza, las presiones sociales o los excesos de otros tipos de estimulación, hacen que usemos esta fortaleza, mucho menos de lo que queremos.
Por último, sostiene que el amor por el conocimiento y el aprendizaje es una fortaleza que está debilitándose rápido, y que conviene potenciar.
Para reforzarla sugiere que al llegar de trabajar, dediquemos media hora a aprender a tocar un instrumento, a conectarnos con las necesidades de la sociedad o a desarrollar las capacidades que mejoren nuestra vida en todas sus vertientes, en lugar solo “ver una serie televisiva para desconectar”.
“Lo más importante, es que lo más importante, sea lo más importante”, como decía el escritor Stephen Covey”, finaliza.