Salud y Familia

Qué es la hipersensibilidad sensorial y cómo puede afectar la alimentación de sus hijos

Los sentidos nos permiten conocer y estar en contacto con el mundo. Si existen alteraciones en el procesamiento sensorial afecta la vida cotidiana del niño. La alimentación es una de las actividades que podría estar más afectada.

Algunos niños podrían tener dificultades en interpretar la información que llega a través de sus sentidos y que esto influya en su alimentación. (Foto Prensa Libre: Servicios)

Algunos niños podrían tener dificultades en interpretar la información que llega a través de sus sentidos y que esto influya en su alimentación. (Foto Prensa Libre: Servicios)

Cuando la familia tiene en casa un niño que no quiere comer cada tiempo podría convertirse en un calvario y en especial si esto provocan que influya en su salud y crecimiento.

Consultar con un especialista es importante porque este reflejo podría ser únicamente una señal de una situación mayor. Algunos niños tienen problemas en procesar la información que captan sus sentidos y necesitan apoyo para lograr comer y desarrollar otras actividades cotidianas.

Luvi Toledo, terapeuta certificada en integración sensorial y especialista en neurodesarrollo y logopedia de Neurosensorial, explica que cuando se habla de los sentidos, no es únicamente de los cinco principales que conocemos.  Además de la  vista, oído, tacto, gusto y olfato, también está la propiocepción, es decir, es la conciencia de nuestra posición corporal;  el sentido vestibular, relacionado con el movimiento y equilibrio del cuerpo, y el interoceptivo, que son las sensaciones viscerales como hambre, sueño, dolor e ir al baño.

La experta comenta que el proceso de la integración sensorial consta de tres pasos.  Se hace un registro en el cerebro, se modula y da una intensidad al estímulo que llega por los sentidos y luego se discrimina y se da una interpretación.

Toledo comenta, por ejemplo, que al existir un problema con el tacto, el niño podría sentir que se ensucia mientras come y que esto el cerebro lo interprete como negativo, entonces él evitará estar en contacto con el estímulo.

De esa manera se presentan los desórdenes sensoriales. Podría complicarse en sus diferentes actividades y en ocasiones  incluso podrían no reconocer que tienen hambre y recurrir al llanto.

Los padres se enfrentan a que son pocas las comidas que reciben los niños, se podrían aburrir de comer lo mismo, no hay ganancia de peso y talla, se ahogan con frecuencia o no quieren tragar y guardan comida en su boca.

La familia se angustia de vivir la negatividad de comer. Podrían buscar soluciones poco efectivas o perder el control y regañar a los niños.

Para estos casos,  buscar apoyo podrían incluir un equipo interdisciplinario que ayude con un diagnóstico certero. Así podrían intervenir nutricionista, neumólogo, alergólogo, fisioterapeuta y psicólogo por mencionar algunos.

Toledo explica que al recibir al niño en la consulta  se hace un tamizaje y una serie de pruebas para descartar que este punto de la alimentación no sea un alerta de otro trastorno de  desarrollo neurológico.

Cuando el niño no quiere comer es importante encontrar el por qué de eta situación. (Foto Prensa Libre: Servicios)

En el camino de aprendizaje

Con regularidad los padres piensan que esta negatividad para alimentarse se relaciona con un problema de conducta emocional y los niños son castigados.

Es preciso recordar que las situaciones de estrés también disminuyen el hambre y los niños podrían sentirse también presionados por este problema.

“A la clínica llegan papás con sentimientos de culpa, cuando esta situación tiene otro origen y se debe tratar con una terapia para tener progresos”, agrega Toledo.

Según el caso, algunos lo resolverán  en la primera visita al especialista mientras otros tendrán una terapia más larga para ir avanzando poco a poco en el aprendizaje de comer.

(Foto Prensa Libre: Servicios

Por su parte, Charlyn Barrios, terapista de audición, voz y lenguaje de Fundal, comenta que en su experiencia ha trabajado con niños a quienes se les dificulta tragar.

Se evalúa en qué parte del proceso de masticación está el problema y se trabaja de la mano de un nutricionista, quien guía el tipo de consistencia es tolerada por los niños según sus necesidades.

Barrios comenta que a la hora de comer es fundamental tomar en cuenta su postura normal del niño, coordinación en la succión, respiración y deglución.

Si este proceso de masticación no se realiza adecuadamente puede traer consigo posteriormente alteraciones.

Elida Reyes, terapeuta del lenguaje, agrega que las dificultades sensoriales pueden presentarse desde los primeros meses de vida. Se asocian con reflujos gastroesofágicos y dificultades motoras.

La terapia podría incluir un nuevo conocimiento sobre el proceso de masticación y texturas. (Foto Prensa Libre: Servicios

En ocasiones las enfermedades respiratorias y alergias están relacionadas con los problemas de alimentación.

Los especialistas comentan que influye la textura, el color y la temperatura y cada componente sensorial.

Se pueden introducir nuevas propuestas desde lo que el niño ya come. Es importante diversificar porque en ocasiones los padres únicamente dan alimentos líquidos o bebidas lácteas y dejan poco espacio para las comidas más fuertes.

Reyes, agrega que en algunos pacientes podrían utilizarse técnicas para fortalecer su fuerza muscular y para mejorar el movimiento y coordinación de la boca.

El tiempo de cada comida es relevante. Se debe respetar el horario, dicen las especialistas.

Toledo agrega que exista o no un problema para alimentarse, se deben evitar las pantallas a la hora de comer. La televisión y los teléfonos no permiten que seamos conscientes de cómo nos alimentamos.

Los padres además deben evitar el chantaje en los niños y ofrecerles cosas a cambio de que coman.

En este caminar influye enseñarles el nombre correcto de los alimentos sin el uso de diminutivos. Esto es parte fundamental para que desarrolle bien su lenguaje.

(Foto Prensa Libre: Servicios)

Es primordial utilizar una cuchara pequeña para que a ellos se les facilite alimentarse, dice Barrios.

En general el tiempo de comida en casa debe ser tranquilo y una oportunidad para aprender y compartir.

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