Investigaciones recientes muestran que el acoso escolar tiene una prevalencia de 29.2 % para Europa y Estados Unidos. En cuanto a Latinoamérica, un informe del Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) sostuvo que entre 50 y 70 % de los estudiantes de América Latina y del Caribe han estado involucrados en algún tipo de acoso escolar.
Además, los estudios a nivel mundial indican que uno de cada tres niños en edad escolar ha sido víctima de alguna forma de bullying, lo cual incluye al acoso cibernético.
La psicóloga clínica Doria Herrera comenta que es esencial reconocer qué es el acoso escolar físico o virtual porque no todas las acciones representan esto.
“En ocasiones los niños y jóvenes hacen bromas no adecuadas, pero eso no significa que sea catalogado como bullying o acoso escolar”, explica Herrera mientras hace énfasis que el acoso es algo que pasa con frecuencia y de forma sistemática, que incluye bromas, golpes o intimidación.
Herrera expresa que este tipo de acciones en contra de los niños y adolescentes los hace sentirse, desvalidos, inseguros y las emociones que más experimentarán son enojo, tristeza, frustración y miedo. Por lo general se presenta apatía por las actividades académicas e incomodidad a su asistencia diaria en sus actividades físicas y también virtuales.
Unicef elaboró un listado de las acciones que se presentan en estos casos:
El acoso escolar
- Agresiones físicas, que dañan y atemorizan a la víctima de manera directa: golpes, lesiones con objetos, etc. Indirectamente también podemos encontrar extorsiones, robos, desaparición o destrozo de sus pertenencias, entre otras.
- Agresiones verbales. Son más habituales y disminuyen la autoestima de la víctima, al humillarla en público. De manera más indirecta, también lo son las difamaciones o la creación de rumores en torno a ella.
- Exclusión social, que margina a la víctima y la impide participar en el grupo o comunicarse.
- Acoso sexual, que pone en riesgo la seguridad y la autoestima de la víctima. Todas estas formas de agresión pueden producir daño emocional y psicológico a quien lo sufre y hacen que aumente su miedo al agresor.
Acoso cibernético
- Persecución u hostigamiento en las redes: amenazas, insultos, grabaciones con el móvil, publicación de datos personales, uso de software espías y virus.
- Exclusión a través de mensajes denigrantes, bulos y rumores que humillan y menosprecian a la víctima.
- Manipulación, que consiste en la modificación y difusión de contenidos web: material trucado, conversaciones manipuladas o comunicaciones alteradas, entre otras.
Lo cierto es que el ciclo escolar ya comenzó en algunos establecimientos y poco a poco la dinámica escolar volverá a la rutina normal. ¿Cómo prepararse para ello?
Los caminos a seguir
Herrera hace énfasis en la necesidad de preparar a los niños y jóvenes para que identifiquen las formas inadecuadas de un trato que no deben de aceptar. A veces están tan acostumbrados que no lo identifican con claridad.
- También es importante fomentar una comunidad de denuncia en la que puedan pedir ayuda a un adulto o una persona de confianza. Herrera aclara la importancia de la observación de los padres y maestros, ya sea en el cambio de apetito, en los ciclos de sueño y otras manifestaciones que indiquen que algo no está bien. En el caso presencial podrían no querer ir a estudiar y en el virtual no querer conectarse. Es importante indagar qué está pasando en esos cambios y por qué los estudiantes no se sienten parte del grupo o cómodos.
- Como parte de esa cultura de denuncia podría incluirse un buzón, comparte Herrera. Así, ya sea manera física o virtual los alumnos se pueden acercar para comentar qué está sucediendo y pedir ayuda o contar cuando observan algo que no está bien.
- La psicóloga Herrera aclara que al momento de reconocer el problema es importante poner atención al niño que está siendo afectado y escucharlo con atención y empatía, sin regañarlo o sin juzgar por qué habla hasta ahora, ya que esto podría cortar la comunicación con el menor. Al hablar con él se podrá establecer la gravedad de la situación.
- A los padres se les sugiere promover el diálogo y escuchar. Esto abrirá la confianza para que ellos puedan acercarse cuando algo no está bien.
- Los expertos hablan de la necesidad de implementar programas de intervención en los centros educativos, así como entrenar a los educadores para el reconocimiento y la corrección de conductas no apropiadas.
- De igual manera es oportuna la administración de orientación continua y permanente a padres y estudiantes, es decir involucrar a toda la comunidad educativa.
Un problema mundial
En el último trimestre del 2020 se publicó el artículo Acoso escolar cibernético en el contexto de la pandemia por Covid-19, de Lucy Perla Gulliana Cedillo-Ramirez, del Instituto de Investigación de Ciencias Biomédicas. Universidad Ricardo Palma. Lima-Perú. En este se hace referencia de cómo la pandemia ha cambiado el acoso escolar y las cifras siguen siendo alarmantes.
Según un informe elaborado por el Equipo Multidisciplinario Internacional de la ONG Bullying Sin Fronteras, 33 % de los escolares, niños y adolescentes, de América Latina y España, refirieron haber sido víctimas de ciberbullying durante la cuarentena de 2020.
También la pandemia podría ser un espacio de alivio para otro grupo, según la investigación Disminución de la ansiedad en las víctimas del bullying durante el confinamiento por el Covid-19, de María Isabel Gómez León, de la Universidad Internacional de La Rioja, quien describe que es posible que este confinamiento junto con los medios digitales disponibles para el aprendizaje y la interacción social hayan supuesto un alivio para aquellos que eran víctimas de bullying.
En esta investigación se comparan las puntuaciones que obtuvieron 276 adolescentes (94 víctimas de bullying y 182 no víctimas) de entre 12 y 14 años, en ansiedad, depresión, rendimiento académico y ciberbullying antes y después del confinamiento.
Antes del confinamiento las víctimas obtuvieron puntuaciones significativamente mayores en ansiedad, depresión y ciberbullying y menores en rendimiento académico. Durante el confinamiento las diferencias en ansiedad se invirtieron, siendo significativamente menores en el caso de las víctimas de bullying, quienes, además, obtuvieron puntuaciones significativamente menores en depresión y en ciberbullying que antes de la pandemia. Sin embargo, el rendimiento académico descendió significativamente en el grupo no-víctimas mientras que no se apreciaron cambios significativos en las puntuaciones de ciberbullying.