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Si se toma al bebé en los brazos, se pueden oír los latidos de su corazón. Hay que sujetar la cabecita, de lo contrario esta se inclina hacia atrás. Chase parece un bebé de verdad, pero no lo es: el corazón funciona con pilas, el cuerpo está hecho a partir de un kit de montaje, su interior relleno de algodón y gránulos.
Este muñeco es una creación de Jasmin Karl, de la ciudad de Loxstedt, en la región alemana de Baja Sajonia, quien lo armó y pintó para que pareciera real. “El kit de montaje me pareció tan bonito”, dice la alemana de 41 años.
Los bebés “reborn” son copias realistas de bebés recién nacidos, y Jasmin Karl tiene dos docenas de ellos colocados decorativamente en su casa. Hace tres años descubrió los bebés en Internet, y desde entonces los ha armado uno tras otro, añadiendo ojos de cristal, pelo, pestañas, cordones umbilicales y pintura rosa en sus rostros, brazos y piernas.
Su hija Finja, de once años, la ayuda en esta inusual afición. “Lo hace muy bien”, elogia Jasmin Karl. Los dos pasan horas aplicando con esponjas capa tras capa de pintura acrílica sobre las superficies para que parezca la piel de un bebé. Los utensilios también incluyen un aceite que se supone que huele a piel de bebé: “Los hace aún más realistas”.
No se trata de satisfacer el deseo de tener hijos, ya que Jasmin tiene seis: el mayor tiene 20 años, el menor siete. “Siempre me han fascinado los muñecos”, asevera. Sin embargo, no todo el mundo puede identificarse con su pasión. “Eres un bicho raro”, le dijo una vez un amigo.
Jasmin sabe que hay mujeres adultas aficionadas a los bebés reborn que sacan a sus muñecos a pasear en el cochecito, los abrigan cuando hace frío y, por la noche, los ponen a dormir en una habitación de muñecos preparada para ellos. “Eso no es lo mío”, señala Jasmin Karl con firmeza: “No juego con los ‘reborn'”. Son más bien sus hijas menores quienes se entretienen con los muñecos.
Sin embargo, cuando sale con las niñas y los muñecos, le encantan las miradas entre irritadas y sorprendidas de los transeúntes. “Una vez un hombre comenzó a correr detrás de mi pequeña hija gravemente discapacitada porque tenía miedo de que se le cayera el bebé. Pensó que era real”.
La alemana Leokadia Wolfers, organizadora de la feria de muñecos y osos de peluche que se celebra en la ciudad de Eschwege, en la región alemana de Hesse, se dedica profesionalmente a estos muñecos.
Wolfers relata que los bebés reborn llegaron a Alemania hace 15 años desde Estados Unidos. “Hace diez años, la demanda se disparó”, informa. Según la experta, los muñecos reborn constituyen actualmente el 70 por ciento de los objetos expuestos en sus ferias.
“No es algo que me entusiasme mucho”, dice esta mujer de 69 años, que tiene debilidad por las muñecas antiguas. Cuando las visitantes de la feria comenzaron de repente a empujar carritos por la exposición, decidió intervenir. “Ya no se podía circular. Ahora hemos creado un área de aparcamiento, y las mujeres tienen que llevar a sus muñecos en un pañuelo”.
Jasmin Karl y su amiga Silvia Mangels también han observado el alboroto de las madres de muñecos en la feria. “Quien no está en el tema, puede pensar que no están cuerdas”, señala Mangels, pero, por otro lado, cree que está bien que una mujer con un deseo insatisfecho de tener hijos se procure un sustituto.
Mangels, niñera profesional, tiene tres hijos, dos de los cuales aún viven con ella. Además, cuida a su nieto de cinco años. Esta mujer de 47 años posee cuatro muñecos reborn. “Me encantan”, explica, y añade que, a veces, cuando está estresada en el sofá por la noche, coge uno y se lo pone en el pecho: “Me calma”.
Algunos le han dicho que esos muñecos de aspecto real les parecen espeluznantes. “No puedo entenderlo: son adorables”, asegura Mangels. Su amiga Jasmin armó dos muñecos de Halloween: con heridas y ojeras rojas. “Eso sí que es espeluznante”.
Según Silvia Mangels, cada uno debería poder tener su propia afición: algunos juegan con trenes, “otros arrojan pintura en la pared para obtener un motivo”. Y asevera: “No necesito un psicólogo”.
La comunidad científica parece ser de la misma opinión. Encuestas realizadas en universidades e instituciones revelaron que aún no hay estudios sobre el tema, y ningún psicólogo quiso contestar a la pregunta sobre qué opinaban acerca de los muñecos renacidos.