El hecho de que los orientales tengan, en general, un menor Índice de Masa Corporal (IMC) que americanos y europeos, ha llevado a los investigadores a estudiar si se debe al consumo habitual de soja en la dieta de los países asiáticos.
Haya explica que un metaanálisis publicado este año en Nutrition y realizado con once ensayos clínicos y mil 100 mujeres postmenopáusicas, demuestra una disminución media del 10% del peso en seis meses tras consumir suplementos de isoflavonas de la soja.
Pero todavía no está claro cuál es el mecanismo que utilizan las isoflavonas de la soja para atacar a la grasa. Existen tres escenarios posibles: que actúen sobre la grasa parda o tejido adiposo marrón, que es aquella que puede quemar la energía extra que se genera con la comida; que actúen sobre el hipotálamo, la zona del cerebro dónde se encuentran los núcleos del hambre y de la saciedad. Del equilibrio de los dos núcleos dependerá que se consuma más o menos comida; y que actúen sobre los receptores activados por el proliferador de los peroxisomas, conocidos como los receptores PPAR que intervienen directamente en el metabolismo lípido y glucídico quemando la grasa.
“Cuando los receptores PPAR se activan es como si les diéramos la orden de no almacenar grasa, sino quemarla, sobre todo en los adipositos pardos”, indica el también profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Castilla-La Mancha.
“Una activación de los receptores PPAR conduce a una prevención del síndrome metabólico (diabetes, obesidad, hipercolesterolemia…)”, algo probado con ratones a los que se indujo a la obesidad con una dieta hipercalórica. El grupo al que se le administró isoflavonas de soya no ganó tanto peso como el grupo que no las tomó.
Dosis diaria de soya
Para que la soya tenga efecto positivo en el organismo se debe consumir, según el experto, el equivalente a medio litro de leche de soya con una concentración media de 18 gramos de semilla por cada 100 mililitros, ya que en el mercado se encuentran marcas con diferentes tipos de concentración, algunas demasiado ligeras. Es conveniente que desconfiemos de marcas desconocidas y elijamos siempre marcas de calidad, dado que nos van a dar más confianza en cuanto a su composición.
“Si todos los días tomamos un cuarto de leche de soya (un vaso) y un yogur de soya tendremos cubierta la dosis”, apunta Haya, quien comenta que consiguió bajar 23 kilos al recurrir a una dieta con presencia de soja en todas sus variedades, además de caminar todos los días.
Lo más conocido son los brotes de soya que encontramos en los supermercados y que se utilizan para ensaladas, aunque no aportan los beneficios generales que sí tiene la semilla de soya, ya que sus principales componentes activos se consumen en el acto de la germinación.
También es frecuente ver en los estantes de los establecimientos de alimentación paquetes con la semilla de soya. Esta semilla se prepara como cualquier legumbre aunque es más dura, por lo que se recomienda dejar más de un día en remojo y cocer unas dos horas en olla exprés. Se puede hacer un guiso de cuchara acompañado por verduras, como hacemos con las lentejas.
Además de los productos más populares, como la leche de soja, se venden ya preparados de soja como hamburguesas, postres, galletas, helados.