También el sistema inmunitario tiene memoria y debe su eficacia a la existencia de células que se especializan en guardar información de los microorganismos patógenos que han entrado en contacto con el organismo, según el sitio abc.es
“Aunque se admite desde hace tiempo que el sueño permite la formación de la memoria a largo plazo en el ámbito psicológico, la idea de que la consolidación de la memoria inmune dependa de la eficacia del sueño es un punto de vista totalmente nuevo”, resalta el autor principal del estudio, Jan Born, de la Universidad de Tubinga.
Trabajos anteriores habían mostrado que incluso una sola noche con falta de sueño no solo nos vuelve más olvidadizos, sino que también pone en jaque al sistema inmunitario, porque desequilibra las defensas y las hormonas implicadas. En febrero de este año, un estudio publicado en Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism mostraba el poder sanador del sueño al encontrar que una siesta de 30 minutos puede revertir el impacto de supone dormir poco, y devuelve los marcadores inmunológicos y neuroendocrinos a sus niveles normales.
Como el cerebro, el sistema inmunológico también es capaz de “recordar” un encuentro con una bacteria o virus. Lo puede hacer porque recopila fragmentos del micoorganismo para crear un tipo especial de células inmunes, denominadas células T de memoria, que duran meses o años y ayudan al cuerpo a dar una respuesta rápida a las infecciones.
El objetivo de las vacunas es precisamente generar esas células de memoria duraderas mediante la exposición a un patógeno atenuado, de manera que el organismo responda de manera rápida y eficaz. Estas células T de memoria recogen la “información esencial” y la guardan.
La selección adecuada de la información más relevante sobre virus y bacterias es esencial y corre a cargo de otro tipo de células denominadas presentadoras de antígenos. Estas constituirían una especie de memoria inmunológica “a corto plazo”, equivalente a la que se almacena en el cerebro en el hipocampo. Durante el sueño tendría lugar el traspaso de información entre estas células presentadoras y las células T de memoria, que serían el equivalente a la memoria a largo plazo del sistema nervioso, que ya no se guarda en el hipocampo, sino en la corteza cerebral.
Estudios en seres humanos han demostrado que en efecto los aumentos a largo plazo de las células T de memoria se asocian con el sueño profundo de ondas lentas después de la vacunación.
En conjunto, los resultados apoyan la idea de que este sueño de ondas lentas contribuye a la formación de recuerdos a largo plazo a partir de la información general obtenida, lo que conduce tanto a comportamientos adaptativos como a la puesta en marcha de respuestas inmunológicas eficaces. La implicación obvia es que la falta de sueño puede suponer un riesgo tanto para el rendimiento cognitivo como inmunológico.
Si no se duerme lo suficiente, destacan los investigadores, el sistema inmunitario podría centrarse en partes equivocadas del patógeno a la hora de hacer la selección. Esto es fundamental en el caso de los virus, que en muchos casos pueden mutar fácilmente algunas de sus proteínas para escapar de la respuesta inmune.