– Los pacientes cardíacos son aptos para viajar si sus síntomas no se han modificado en las últimas cuatro semanas. “El paciente debe ser capaz de caminar 50 metros en terreno llano o subir de diez a doce escalones sin molestias”, señaló Janicke.
– Se aconseja un chequeo cardiológico unas cuatro o seis semanas antes de salir de vacaciones para evaluar el estado general de salud. Además, se puede tomar de antemano alguna medida necesaria como, por ejemplo, solicitar asistencia en el aeropuerto o preparar un suministro adicional de oxígeno durante el vuelo.
– Si se viaja a la montaña, hay que tener paciencia. Si los pacientes cardíacos quieren pasar unas vacaciones activas, por ejemplo esquiando o haciendo senderismo, deben planificar tres o cuatro días para aclimatarse a la altitud. Recién después podrán poner a prueba sus cuerpos.
– Muchos remedios para el corazón provocan que la piel sea más sensible a la luz solar. Por lo tanto, los pacientes deben usar protección solar, en lo posible, superior a 30.
– Los pacientes cardíacos también deben tomar suficiente líquido, ya que muchos medicamentos para el corazón tienen un efecto deshidratante. Si a esto se añade la diarrea del viajero o calor intenso en el destino de las vacaciones, el cuerpo se deshidrata rápidamente, lo que puede ser peligroso.
– Cada viaje conlleva sus propios retos, porque el clima, la atención médica local y la duración de este pueden ser muy diferentes según el destino. Para desarrollar un plan individual, Janicke aconseja realizar un chequeo médico de viaje y recibir consejos específicos.