Al momento que esto podría suponer una pauta para evidenciar el progreso tecnológico en el mundo –el dato de Statista sugiere que un 64.6% de la población global accede a Internet– vale la pena hablar de las repercusiones que esta hiperconectividad puede generar en le psique humana.
El vínculo de Internet con la identidad de las personas puede provocar varias reacciones, pero una de las más características tiene que ver con el nivel de recompensa que generan las notificaciones o la búsqueda de los dispositivos conectados a la red.
“Estamos acostumbrados a que la recompensa sea rápida e inmediata. Hace décadas si queríamos información teníamos que ir por un libro, consultarlo y hacer fichas. Ahora puedes pedirlo en Google”, comenta la Doctora Claudia García de la Cadena, directora de la Maestría en Neuropsicología Clínica de la Universidad del Valle de Guatemala.
La Doctora García de la Cadena apunta que la inmediatez puede verse también más allá del querer simplemente conocimiento o acceder a información. Esta urgencia se vincula también a la forma en que nos percibimos socialmente dentro del plano virtual, anota la especialista.
“Si no contestas a la primera, si no te estás actualizando o si no compartes, se cree que puedes llegar a ser una persona rechazada. Esa presión social puede estar provocando que muchas personas se vuelvan adictas a estos sistemas. Hay una necesidad por sentirse aprobados”, establece García.
Luchi de León, psicóloga especialista en terapia de modificación de conducta, explica que este síntoma de la conexión puede ejemplificarse en aquellos momentos en los que se sube contenido a redes sociales y surge la expectativa de las reacciones inmediatas por parte de las demás personas en la red.
Una de las características que moldea esta interacción es la dopamina, un neurotransmisor del sistema nervioso relacionado a generar experiencias de placer y que se estimula junto a los centros de recompensa cerebral.
Ante el uso del celular y la retroalimentación anhelada en el plano virtual, la psicóloga explica que las redes sociales son una fuente de reforzamiento social, que lleva a liberar dopamina incluso desde la mínima interacción con las notificaciones.
“Lo que genera esa liberación de dopamina no es el sonido de la notificación, sino a lo que está condicionado. Detrás de eso hay aprobación por parte de alguien. La interacción social es lo que genera agrado y la liberación de dopamina ante el acceso a las redes sociales”, explica de León.
Frente a una posible adicción
Aunque la interacción con las redes sociales puede traer beneficios en el acercamiento con los demás, esto también provoca un gasto energético mediado por un uso excesivo de los dispositivos, comenta la psicóloga.
Para la especialista, la sobre-estimulación frente a las redes sociales puede surgir por razones como la evasión que implica asumir temas incómodos o debido a una necesidad de escapar y liberarse de algún tema difícil de abordar.
Esto puede responder también al hecho de que varias personas podrían no tener una red de apoyo en la vida real, por lo que, suelen tratar de hallarla en la virtualidad. Luchi de León subraya que, desear validación es completamente humano, pero se debe reflexionar sobre la manera en la que se busca.
“Resulta problemático porque se dejan de hacer cosas por una necesidad imperiosa de estar todo el tiempo buscando el reforzamiento en redes sociales”, destaca la especialista en salud mental.
Para la doctora García de la Cadena el hecho de querer una respuesta inmediata podría instalar una adicción. “Las conductas repetidas ocurren también porque hacemos cosas que nos gustan. Al reforzar conductas e instalarlas se da la liberación de la dopamina y por eso es difícil dejar de hacer ciertas cosas”, explica.
Sin embargo, aunque puede que esas conductas sean positivas en algunas ocasiones, es cierto que hay un lado alterno que se esconde. La doctora explica que, al repetir una conducta, es posible que el sistema de recompensa, al producir tanta dopamina, puede provocar un displacer.
“El displacer se explica como el hacer algo que no gusta. Es posible que en un adicto esto llegue a provocar cambios en su actividad cotidiana”, comparte García de la Cadena.
Encarar la ansiedad frente al celular
La doctora especializada en Neuropsicología Clínica subraya que, ante la insistente búsqueda de una recompensa en la conexión con otros desde la virtualidad, cabe reflexionar sobre el origen de ese deseo, ya que puede basarse en una carencia.
“Puede que tenga que ver con un vacío social. Debemos reconocer si tenemos ansiedad, depresión o que no podemos controlar el uso de celular. Es necesario pedir ayuda a especialistas de la salud porque hay otras maneras de poder lidiar con esto”, argumenta la doctora.
Internet y los dispositivos móviles son parte de nuestra actualidad y pensar en una renuncia a ellos puede que sea irreal, dice la psicóloga Luchi de León.
Para la especialista en conducta, más que huirle a la conexión, es importante plantear reflexiones sobre cómo los dispositivos e Internet pueden alejar y asilar más a las personas, en lugar de acercarlas.
De acuerdo con de León, lo recomendado a la hora de usar el teléfono podría ser una invitación a ser críticos y sabernos conscientes sobre las razones que nos lleva a ver el teléfono y explorar las redes sociales, de entender cuál es el sentido que queremos darle a nivel individual a este espacio.