Debemos de partir desde el principio de reconocer que ninguna tecnología es buena o mala. La tecnología es amoral y no ética. En todo sentido, Isaac Asimov se adelantó como un profeta a su época al explorar mediante sus propuestas con un corte ético acerca de la filosofía de la ciencia y la robótica, y en el caso específico de la exploración del metaverso, para un mundo completamente virtualizado.
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Aún estamos muy lejos de llegar a las fronteras que la inteligencia artificial, la virtualidad, y la conectividad pueden ofrecer. Este metaverso depende de un cúmulo de tecnologías que, al irse alineando, darán cabida a las sociedades futuras. Tal vez sea el caso del contexto del distanciamiento social y la era post COVID19 que esté haciendo cada vez más común el diálogo entre quienes abrazan la virtualidad como un futuro orientado al transhumanismo, que nos llevará a puntos de encuentro completamente virtuales, en los que podremos conectarnos en tiempo real con avatares en restaurantes, eventos deportivos, video juegos, y hasta espacios de intercambio comercial como algo muy cotidiano, y aquellos que proponen que aumentar nuestra exposición a la virtualidad nos hará perder el sentido de relaciones y experiencias reales, distorsiona la forma en que nos conectamos emocionalmente y entablamos vínculos con otras personas.
Lo que sí es muy cierto, es que el acceso a la internet de alta velocidad, la tecnología 5G, la disponibilidad de tecnología virtual como la de Oculus Rift, y el advenimiento de las criptomonedas como una alternativa a la infraestructura monetaria a nivel mundial, harán que estos puntos virtuales de encuentro sean cada vez más comunes: espacios para el ocio, para los negocios, y hasta para la religión, sin necesidad de salir de casa, o de tener que forzosamente tratar con personas, sus emociones, conflictos e intereses. Tendremos la capacidad de sumergirnos cada vez más en la virtualidad para desarrollarnos en cualquier ámbito de la vida, haciendo obsoletas las barreras de tiempo, espacio, cultura o distancia.
En lo personal veo que el metaverso es una gran idea que aún está germinando, y que hará explotar la capacidad que actualmente tenemos de conectar con personas y culturas alrededor del mundo. Quedará en la especulación el conocer, en un futuro no muy lejano, si esta gran capacidad será utilizada para el bien de las sociedades futuras.