El objetivo es simple: alertar a un usuario de que un contacto suyo está infectado. Pero el sistema genera debate, tanto por su eficacia como por la supuesta violación de la vida privada.
Bluetooth Vs. geolocalización
Existen dos métodos distintos: la tecnología de comunicación “Bluetooth” entre aparatos electrónicos situados cerca, o la geolocalización, que permite recabar datos sobre desplazamientos de un individuo.
La Unión Europea desaconseja esta última, porque considera que “plantearía importantes problemas de seguridad y respeto de la vida privada”.
Esa es una de las críticas que recibió la aplicación paneuropea (PEPP-PT), desarrollada por 130 científicos de ocho países. En principio, debía almacenar los datos en un servidor central, pero esto despertó el temor a que los gobiernos puedan utilizarlos con fines de vigilancia.
Además, resulta complicado eludir a Apple y Google, propietarios de los dos grandes sistemas operativos en vigor (iOS y Android). Es necesario que estén de acuerdo para que los celulares de ambas galaxias se comuniquen entre sí.
Esta semana, los dos gigantes de la tecnología presentaron a las autoridades sanitarias de todo el mundo su solución para construir una aplicación de seguimiento de contactos a través de Bluetooth. Veintidós países de cinco continentes pidieron tener acceso a la interfaz de programación.
Singapur, el pionero
El gobierno lanzó la aplicación gubernamental “TraceTogether”, que utiliza Bluetooth, el 20 de marzo pero solo 1,5 millones de personas la descargó (un cuarto de la población), por lo que no es eficaz.
Las autoridades también utilizan otro sistema, “SafeEntry”, que pide a la gente que escanee un código QR con informaciones personales cuando entran en lugares públicos, como los centros comerciales.
Sin unión en Europa
En Europa, cada país ha puesto en marcha iniciativas distintas. Francia se prepara a lanzar la aplicación por Bluetooth “StopCovid”, que podrá usarse voluntariamente. El país es uno de los pocos que ha decidido almacenar los datos en un servidor central, lo que ha causado controversia.
El Reino Unido también prevé adoptar un sistema centralizado con una aplicación que todavía está siendo probada.
La mayoría de países, sin embargo, optaron por un dispositivo descentralizado, como Italia. Allí se lanzará “Immuni”, una aplicación Bluetooth que funcionará en algunas regiones a partir de esta semana. En junio quizá se extienda a todo el país.
No obstante, para que la aplicación sea eficaz debería ser descargada por el 60% de los italianos, es decir, prácticamente todos los propietarios de celulares del país, advirtió Francesco Paolo Micozzi, especialista en el sector digital de la Universidad de Perugia.
Algo parecido ocurre en República Checa, donde solo 210.000 personas (de los 10,7 millones de habitantes del país) descargaron una aplicación de rastreo.
España, en cambio, no ha desarrollado ninguna aplicación de este tipo, y las autoridades dijeron que prevén atenerse a “las medidas tomadas dentro de la Unión Europea”.
En Bélgica se está utilizando un sistema de rastreo “físico”, por teléfono, desde el 11 de mayo. Se llama a los enfermos desde centralitas para averiguar con quién estuvieron en contacto últimamente.
Coacción en Asia
En China existen varias aplicaciones para indicar el “nivel de riesgo” de una persona, en función de los lugares en los que ha estado y sus encuentros con personas potencialmente infectadas. Las aplicaciones fueron desarrolladas con los gigantes de internet Alibaba y Tencent y señalan a través de un código de colores si se puede o no reservar un billete de avión o entrar en un lugar público.
Su eficacia reposa en una amplia recolección de datos y el uso de la geolocalización.
En Corea del Sur, las personas que dieron positivo y las confinadas deben descargar una aplicación móvil oficial que permite que las autoridades puedan controlar sus desplazamientos en tiempo real. El martes, una persona que incumplió las normas fue condenada a cuatro meses de prisión.
Por su parte, Hong Kong ha recurrido a unos brazaletes para seguir los movimientos de las personas que vuelven del extranjero, que deben permanecer 14 días en cuarentena.
En Taiwán, los recién llegados deben informar regularmente a las autoridades de sus desplazamientos, algo que las comisarías de policía pueden verificar mediante un sistema de llamadas telefónicas.
Pakistán se decantó por aplicar las herramientas de geolocalización utilizadas en la lucha antiterrorista para espiar a los enfermos de covid-19 que intenten escapar de los centros de cuarentena o eludir las medidas de aislamiento.
Vivo debate en Israel
En Israel, donde el 10% de la población trabaja en el ramo de la tecnología, se crearon varias aplicaciones.
Pero la cuestión del rastreo provocó una gran polémica cuando el gobierno autorizó al Shin Bet, la agencia de inteligencia, a vigilar los teléfonos de los ciudadanos para combatir la pandemia.
Los defensores de los derechos humanos denunciaron la medida y la justicia la anuló en abril, pero dejó una puerta abierta: si el método quedaba recogido por la ley, podría utilizarse, algo que el Parlamento se apresuró a hacer a finales de mayo.
Un poco de todo en Estados Unidos
En Estados Unidos, donde hay un fuerte apego por las libertades individuales, los métodos cambian según los Estados.
En California y Nueva York optaron por contratar a miles de investigadores en salud pública para que llamen por teléfono a los casos confirmados de covid-19 y compongan listas de todas las personas con las que estuvieron durante más de 15 minutos a menos de dos metros. Luego, tienen que llamarlas y pedirles que guarden cuarentena.
En cambio los Estados de Alabama, Dakota del Norte y Carolina del Sur adoptaron la tecnología Bluetooth de Apple y Google.
Entusiasmo en Australia
Por último, en Australia, más de 6 millones de personas (de un total de 25 millones de habitantes) descargaron la aplicación “COVIDSafe”, inspirada en el modelo de Singapur, que no permitire la geolocalización, según el gobierno.