Publicar fotos de sus hijos en internet: la advertencia que deja la IA a los padres
La inteligencia artificial ha vuelto peligroso compartir fotografías, especialmente de menores, quienes pueden ser víctimas para generar contenido inadecuado y ver vulnerada su integridad.
Las aplicaciones de inteligencia artificial que generan desnudos falsos, entre otras preocupaciones sobre la privacidad, hacen que "compartir" sea mucho más riesgoso que hace solo unos años.(Foto Prensa Libre: Freepik)
El verano pasado, mi esposa y yo desafiamos las probabilidades de la mediana edad y tuvimos una hermosa niña. Miles de personas que me siguen en Instagram y otras aplicaciones aún no lo saben.
No es porque me haya distanciado de todos, sino porque decidí no publicar fotos de mi hija en las redes sociales. Esta decisión, cada vez más frecuente entre padres, responde a los riesgos que plantea la inteligencia artificial.
Desde hace décadas, casi desde que existen los sitios web para compartir fotos, los padres debaten los riesgos y beneficios de publicar imágenes de sus hijos en internet. Pero con la integración de las redes sociales en el tejido social, la sobreexposición infantil —conocida en inglés como sharenting— se convirtió en la norma. Según algunos estudios, solo una cuarta parte de los padres se abstiene de compartir imágenes de sus hijos por temor a que depredadores o empresas recopilen sus datos personales.
Sin embargo, padres como yo nos hemos unido al grupo de quienes “nunca publican” debido a una amenaza más reciente: las aplicaciones que generan automáticamente desnudos falsos con el rostro de cualquier persona mediante inteligencia artificial generativa, la tecnología que impulsa los populares chatbots.
Estas aplicaciones, conocidas como nudificadoras, son fáciles de usar, baratas y, en algunos casos, gratuitas. Tras revisar algunas, constaté su alarmante accesibilidad, especialmente entre estudiantes. Para muchas víctimas, la difusión de estas imágenes ha sido tan traumática como si se tratara de fotografías reales. Aunque una nueva ley federal tipifica como delito la publicación de desnudos falsos sin consentimiento, nada impide el uso de estas herramientas, que proliferan en la red. Decenas de sitios web de este tipo generan millones de dólares anuales.
“Está en todas partes”, dijo Alexios Mantzarlis, fundador de la publicación tecnológica Indicator, que investigó 85 sitios que generan desnudos con ayuda de IA. “Cualquier niño con acceso a internet puede ser tanto víctima como autor”.
Además de los ultrafalsos, hay otros riesgos al publicar imágenes, como la exposición de información personal sensible a personas malintencionadas.
Publicar o no fotos familiares es una decisión personal. Este artículo no busca condenar a quienes lo hacen (¡me gusta ver fotos de los hijos de otros en redes sociales!), sino explicar qué considerar antes de hacerlo.
El auge de los ultrafalsos
Los desnudos falsos no son nuevos. Desde hace años, herramientas como Photoshop permiten manipular imágenes. Sin embargo, antes se requerían tiempo y habilidades, por lo que las víctimas solían ser celebridades.
Las aplicaciones de desnudos generados por IA han cambiado esa dinámica. Basta con subir una imagen a uno de estos sitios y pagar con tarjeta o criptomonedas. Algunas ofrecen una prueba gratuita; otras cobran US$49 mensuales por 600 créditos, es decir, 8 centavos por imagen. También permiten crear animaciones pornográficas.
Estas plataformas generan cerca de US$36 millones al año, según estimaciones basadas en datos de tráfico web, explicó Mantzarlis.
En respuesta, Meta presentó una demanda en Hong Kong contra el creador de varias nudificadoras, que lograron eludir los filtros de anuncios en Instagram y Facebook. Además, la empresa compartió datos con el Programa Lantern de Tech Coalition, al que pertenecen también Google y Microsoft.
No obstante, basta con conocer el nombre de uno de estos sitios para acceder a él. Según Josh Golin, director de Fairplay for Kids, “esto ocurre constantemente en nuestras escuelas”.

Compartir fotografías de menores de edad, podría ponerlos en peligros según estudios en redes sociales. (Foto Prensa Libre: Freepik)
Pese a las nuevas leyes, el daño ya está hecho en muchos casos. En Iowa, estudiantes denunciaron que compañeros generaron imágenes falsas de ellos. En Minnesota se propuso una ley para sancionar a las empresas que ofrecen este tipo de servicios.
En resumen: basta una foto publicada en redes para que alguien la use en una aplicación nudificadora. Y, si la imagen es tomada en persona, no hay forma de impedirlo. Pero sí se puede evitar que suceda lo primero: no publicando imágenes de nuestros hijos.
Las cuentas privadas no bastan
Compartir fotos solo con amigos y familiares mediante una cuenta privada reduce el riesgo, pero no lo elimina. Sarah Gardner, fundadora de Heat Initiative, advirtió: “Tener una cuenta privada no garantiza que alguien cercano no haga un mal uso de las imágenes”.
Hace una década, una madre en Utah descubrió que fotos de sus hijos, compartidas solo con personas cercanas en Facebook, terminaron en sitios pornográficos.
Incluso una fiesta de cumpleaños te expone
Más allá de los ultrafalsos, hay amenazas como el robo de identidad. Publicar imágenes de una fiesta de cumpleaños puede revelar datos como la fecha exacta de nacimiento del niño, que pueden ser combinados con otros obtenidos mediante ciberataques.
Entre 2021 y 2024, el robo de identidad infantil aumentó un 40%, con 1.1 millones de niños víctimas al año, según la Comisión Federal de Comercio.
¿Por qué lo hacemos?
Compartir datos forma parte del contrato social digital. Por ejemplo, compartimos la ubicación para usar mapas. Pero vale la pena preguntarse: ¿qué ganamos al publicar fotos de nuestros hijos?
Instagram, Snapchat o TikTok son medios convenientes para compartir imágenes, pero los principales beneficiarios son las propias empresas, que recopilan datos para mantenernos conectados.
Estudios revelan que el uso excesivo de redes entre jóvenes se relaciona con problemas de salud mental, como ansiedad, depresión y soledad.
“Su objetivo no es el desarrollo sano de los niños, sino lucrar manteniéndolos conectados”, señaló Nicki Reisberg, expublicista y conductora de un pódcast sobre crianza digital. “Cuantos más datos tengan antes de que el niño acceda a internet, mejor podrán manipularlo”.
Hay alternativas menos riesgosas, como enviar imágenes por mensaje de texto a personas de confianza o compartir álbumes privados mediante iCloud o Google Photos.
Sé que esta batalla quizá esté perdida. Las escuelas publican fotos de sus alumnos y, en algún momento, mi hija tendrá su teléfono y decidirá por sí misma. Pero hasta entonces, evitaré subir imágenes suyas.
Hoy, los riesgos de compartir imágenes de menores en internet son mayores que hace apenas unos años.



