Aunque al principio se los concibió como juguetes educativos para niños de hasta 14 años, rápidamente adquirieron popularidad entre los más chicos, mientras que los mayores prefieren usar los tablets o teléfonos celulares de sus padres.
Por eso, muchas compañías han decidido concentrarse más en chicos de edad preescolar para los cuales crean productos capaces de soportar abusos, junto con videojuegos y apps que enseñan lectura y matemática.
Esas compañías quieren recuperar las ventas perdidas en los últimos años con la oferta de productos premium —con precios superiores a los US$100— que lucen y funcionan menos como juguetes y más como los que usan los adultos.
LeapFrog, fabricante de la tablet LeapPad, estrenó su primera tablet Android este año. Y Kurio está incorporando Windows 10 con una versión completa de Microsoft Office en una nueva combinación de tableta y laptop.
El uso de programas Android y Windows en lugar de los sistemas más elementales que emplean las tablets de juguete permite utilizar apps y juegos y toda una gama de productos de las tiendas de apps.
Monica Brown, vicepresidente de mercadeo de LeapFrog, dijo que la compañía intenta “crear algo bastante elegante y más avanzado técnicamente para chicos que buscan algo parecido a la tableta de sus padres”.
Pero los padres quieren el contenido educativo y los dispositivos de seguridad que vienen con un tablet diseñado para niños. El Epic de LeapFrog y otros productos similares tratan de salvar esa brecha.
El Epic se parece a una tableta Android común, pero con un marco de protección verde que se puede quitar. Es más rápido que un LeapPad y admite versiones de juegos Android como Fruit Ninja y Doodle Jump.
Permite el acceso al internet, pero solo a unos 10 mil sitios aptos para niños (los padres pueden agregar otros). Los padres también pueden ver cuánto tiempo dedica el niño a los videos, los juegos y la lectura.
Lynn Schofield Clark, profesora de estudios mediáticos en la Universidad de Denver, dice que es difícil vender tablets para niños.
“Los chicos siempre aspiran a más, siempre les interesa lo que hacen los chicos más grandes”, dijo Clark, señalando como ejemplo la fascinación que sienten los preadolescentes con los teléfonos celulares.