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Los eternos pacientes abandonados en el Hospital Roosevelt

En el Hospital Roosevelt hay siete personas en abandono, todas son adultos. Sus familiares no los visitan y no tienen a donde ir. Si nadie los reclama pasarán allí la Navidad y el Año Nuevo.

En el Hospital Roosevelt hay siete pacientes cuyos familiares no han llegado a reclamarlos, por esa razón desde hace varios meses permanecen internados. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

En el Hospital Roosevelt hay siete pacientes cuyos familiares no han llegado a reclamarlos, por esa razón desde hace varios meses permanecen internados. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

Juana María Manzaneros Aldana es parte de esa realidad. El calendario marca año y medio de su estadía en el lugar, pues ingresó el 22 de junio del 2017. Los bomberos la llevaron al encontrarla sin rumbo en la calle. A partir de esa fecha, la sala de Medicina D se convirtió en su hogar y las enfermeras y los médicos en su familia.


Desde hace dos meses se le mira postrada en la misma cama, aunque no es la misma habitación de cuando ingresó al nosocomio, pues cada cierto tiempo la rotan por necesidad de espacio.

Acostada en la camilla, con bata azul y calcetas para calentar su cuerpo, así pasa la mayor parte del tiempo. Parece tranquila, pero por momentos su mente desvaría y se torna un tanto agresiva si alguien se le acerca.

Las canas que se asoman en su cabellera negra evidencian sus 66 años, al igual que los surcos en la piel de su rostro y manos. Es originaria de Poptún, Petén, según lo poco que recuerda. El reporte médico menciona que ingresó con síndrome convulsivo, situación que los médicos han podido controlar con medicamentos.


Los siete pacientes que están abandonados en el Roosevelt no son los únicos. En el año se han reportado 23 casos que ingresaron a las áreas de Medicina, Cirugía y Neurocirugía, que oscilaron entre los 60 y 80 años. Mientras que en Pediatría y Maternidad fueron cinco los niños que no tenían parientes.   

“El primer paso que damos cuando una persona viene sin apoyo familiar es tratar de ubicar dónde está su familia con los datos que tenemos, porque regularmente están desorientados y nos dan datos aislados y vamos atando cabos, pero estas personas definitivamente no tienen parientes”, refirió Gladis Urizar de Girón, coordinadora del módulo de Trabajo Social del Hospital Roosevelt. Cuando es así, tratan de ubicarlos en una residencia u hogar.


Según Urizar de Girón, lograron localizar a familiares de doña Juana, pero no quieren hacerse cargo de ella. Trasladarla a un hogar para adultos mayores resulta difícil por su condición.

“La mayoría de los hogares son para pacientes que se bastan por sí mismos, y los que tenemos tienen alguna limitación. Algunos están desorientados o con demencia senil y regularmente son agresivos y allí no quieren personas así”, agregó.

Otro de los inconvenientes que han encontrado para encontrar a un familiar o bien ubicarlos en alguna residencia es que se desconoce su identidad, han recibido apoyo de la Registro Nacional de las Personas (Renap) pero no todos logran ser identificados.


Cuando los pacientes llegan al hospital les dan la atención oportuna, y al salir de la crisis siguen con monitoreo médico. “No podemos echarlos a la calle”, menciona la profesional, que junto a su equipo trata de localizar a los parientes, ya sea a través de los mismos pacientes que en sus momentos de lucidez dan información a cuenta gotas, o bien con la colaboración del Renap, la Procuraduría de General de la Nación (PGN) y Procuraduría de Derechos Humanos (PDH).  

Nadie los visita

En el área de Medicina C se encuentran los varones y en una de las camas está Víctor Manuel Cifuentes tapado hasta los hombros con una sábana a rayas azul y blanco -las típicas de los hospitales-. Su estado de salud es estable, mencionan las enfermeras, pero ningún familiar ha llegado por él después de meses de estar internado.

Él mismo no sabe bien quién es, pues su mente desvaría. Le incomoda que desconocidos se acerquen a él. 

A unas camas, junto a la ventana, envuelto en una sábana permanece acostado Héctor Hugo Cermeño Gaitán. Ingresó al Hospital Roosevelt el 27 de agosto, los bomberos lo llevaron a la emergencia, y el reporte médico señala que sufría de abandono y que tenía anemia. Desde entonces nadie ha llegado a preguntar por él.

Le cuesta articular las palabras, y lo poco que se le entiende es que es originario de Cuilapa, Santa Rosa. Tiene 59 años, aunque dice que tiene 18, y que su casa está a la orilla de la carretera. Es de carácter afable y amigable.

Una de las enfermeras que está al tanto de don Héctor señala que no puede mover sus piernas y permanece buena parte del tiempo en su cama. Como parte del tratamiento recibe fisioterapia.

De acuerdo con el director del Hospital Roosevelt, Marco Antonio Barrientos, estos pacientes que sufren de abandono ya terminaron con su tratamiento y por cada día que pasan en encamamiento la institución invierte Q650.

Paciente XX

De quien no se sabe el nombre es de un joven que se calcula tiene 35 años. Los cuerpos de socorro lo ingresaron el 9 de octubre, por un trauma craneal severo, fue operado y estuvo ventilado en el intensivo. Ahora se encuentra en el área de neurocirugía como XX.

Tiene daño neurológico y es irreversible, por lo que depende completamente del cuidado de las enfermeras que le dan de comer, le cambian pañal, lo bañan. No puede moverse, y tiene dificultad para hablar, únicamente balbucea, por eso en el hospital no han podido averiguar cómo se llama ni dónde vive.

“Aquí se va a quedar, pues no hay un lugar donde lo reciban en esas condiciones”, señaló Rebeca Álvarez, trabajadora social que tiene a cargo el caso. 

En la institución estas personas han encontrado la atención y el cariño que necesitan por su condición. “El personal llega a identificarse con los pacientes y los tratan como si fueran una familia”, refirió Urizar.

Urizar refiere que ya agotaron todas las instancias para localizar a los parientes de estas siete pacientes abandonados, la PDH y PGN, asegura, ya tienen conocimiento de la situación.

Si sus familiares no aparecen para llevarlos a casa, ellos pasarán Navidad y quizá el Año Nuevo en el hospital.  

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