El estampado del tablero de damas, símbolo de Louis Vuitton, en dos tonalidades de marrón que se repite en bolsos, maletas y otros pequeños accesorios de la casa, se adaptó a la colección primavera-verano 2017 en una estética de la década de 1980 y en blanco y negro.
La firma ya ha practicado varias actualizaciones de este “print”, como en el 2012 cuando el entonces director creativo de la firma, Marc Jacobs, llenó la línea de maxi cuadros amarillos y blancos, o negros y blancos que se convirtieron en un éxito comercial inmediato.
El toque ha sido más discreto esta vez y ha coincido con una estética ligeramente punk a la que acostumbra Ghesquire, que suele apostar por prendas de cuero y pantalones ajustados.
También se vieron en esta ocasión partes de abajo súper ajustadas frente a cuerpos amplios y estructurados, con hombros rectos. Una silueta que recordaba a la década de 1980.
La presentación comenzó, en cualquier caso, con una larga línea de vestidos que jugaban con las simetrías: hombros al aire en unos, cortes en la cintura en otros, faldas asimétricas o aberturas que dejan ver toda la pierna.
La firma no mostró ningún bolso nuevo pero sí una funda de teléfono, precisamente para recuperar el estampado de damas en su versión baúl, con cierres dorados y un pequeño hueco al que añadir un llavero.
Entre los accesorios también quedaron en evidencia las botas, que Vuitton propuso en piel, a media pierna, puntiagudas y en toda una gama de colores: desde el dorado al negro, pasando por el beige y el rojo.
A media mañana, la firma YDE, del danés Ole Yde, mostró sus propuestas inspiradas en el amor, que para el creativo es “el paraíso”.
El amor, la pureza, las flores… En resumen, todo aquello que proporciona felicidad a su diseñador, y a tantos otros, reflejado en una colección cargada de volumen y movimiento para una mujer moderna que no tiene miedo de mostrarse.
Minivestidos de corte recto, con volantes o sin ellos en la falda pero también en las mangas, donde alternaron mangas globo con otras rectas a mitad del brazo.
Fueron precisamente los volantes los que crearon un hilo conductor durante el desfile, incluidos en románticos escotes asimétricos o en pequeños detalles en las mangas, el pecho o las faldas.
Una colección dirigida a una mujer moderna, joven y amante de la elegancia y la belleza, que busca sentirse especial mediante su pasión por la moda.
La “hermana pequeña” de Prada, Miu Miu, fue la encargada de cerrar la semana con un desfile que contó entre su casting de modelos con la top Gigi Hadid y la española Blanca Padilla, que desfiló con un traje de chaqueta retro a rayas en tonos pastel, con un fino cinturón colocado justo por debajo del pecho.
La estética vintage se mantuvo durante la muestra con vestidos ligeros de seda cargados de estampados de inspiración sesentera y en la que Miuccia Prada, la creadora, no dudó en incluir incluso gorros de baño como accesorio a los looks.
Los vestidos de la abuela, en evasé por debajo de la rodilla y con escotes en V, se repitieron durante el desfile junto a gabardinas y abrigos rectos -siempre estampados-, sobre culottes de talle alto combinados con cortas chaquetas o jerséis de punto en colores vibrantes.
Así quedó cerrado el circuito internacional de las presentaciones primavera-verano 2017, que en París ha sido especialmente ecléctico en cuanto a tendencias, aunque parece que de los tejidos metalizados, los vestidos y faldas años 50, las mangas globo y los pantalones de elefante no será fácil librarse el próximo verano.