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Fundó la carrera de Antropología en la Universidad de San Carlos de Guatemala (Usac) y tenía una licenciatura en Historia y un posgrado en Historia, Folclor y Antropología.
Publicó más de 400 trabajos, y fue director del Centro de Estudios Folclóricos de la Usac, del cual fue director en dos ocasiones, de 1982 a 1985 y de 1999 al 2013, cuando se anunció su retiro y que le privó de su labor investigativa y académica.
Tres de sus alumnos hablaron sobre cómo Lara les instó a investigar sobre el arte y tradición popular durante las décadas de 1970 y 1980.
“Su principal aporte fue actualizar la historiografía de la tradición popular de Guatemala e interpretarla mediante la metodología científica”, indicó Fernando Urquizú, doctor en Historia del Arte.
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“Él instituyó el estudio del imaginario dentro de la antropología social y fue parte del grupo de grandes historiadores como el doctor Luis Luján y la doctora Josefina Alonso de Rodríguez, que hicieron grandes aportes para formar a la nueva generación de historiadores como Miguel Álvarez, Haroldo Rodas (QEPD), Gabriel Castellanos y Fernando Urquizú, que continuaron sus estudios dentro de las tradiciones y arte de Guatemala. Don Celso nos apoyó para divulgar la importancia de la cultura tradicional del país”, refirió.
“Produjo libros que son producto del análisis de una realidad de Guatemala y lo interpreta a la luz del materialismo histórico de las décadas de 1980 y 1990, cuando realizó sus principales aportes”, explicó.
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“Con él preparamos, en el 2003, el primer listado de patrimonio intangible de Guatemala, que fue posible, gracias al Ministerio de Educación y la Unesco”, agregó.
Urquizú recuerda que el padre de Lara fue Celso Lara Calacán, último maestro de capilla de la Catedral de Guatemala, por lo que conocía a profundidad las tradiciones musicales. “Interpretaba las transcripciones de su padre y le encantaba. Tenía especial gusto por las marchas fúnebres. Era un erudito y participaba en las tradiciones católicas. Iba a ver las procesiones, especialmente el rezado de la Inmaculada Concepción de San Francisco, el 8 de diciembre”, añadió.
En uno de los prólogos de sus libros sobre marchas fúnebres escribió que no le alcanzaría la vida para investigar todo lo que quiere por lo que debía transmitir el conocimiento.
“Fue uno de los pioneros en darle valor científico al folclor guatemalteco e iniciador del concepto objetivo de valorizar nuestra cultura”, expuso Miguel Álvarez, cronista de la Ciudad de Guatemala, cuya tesis, sobre tradiciones de Navidad fue dirigida por Lara.
“Muchos de sus alumnos son investigadores que han seguido las enseñanzas de Lara como valorar nuestras calles, nuestros barriletes, nuestros dulces. Él escribió varios prólogos de mis libros y fue el primero que me apoyó en publicar mis investigaciones. Con su fallecimiento, se ha perdido un maestro que quiso dar a conocer y valorizar esa Guatemala de tradiciones con profundidad desde las ciencias sociales”, explicó.
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Entre los libros que podemos destacar de su legado son Por los viejos barrios de la Ciudad de Guatemala (1977), Cuentos de espantos y aparecidos (1984) y Semana Santa en Guatemala (2003), dice Álvarez.
“Él se deprimió a causa de la edad y del retiro. Tenia gran vocación de trabajar en el Cefol, apoyando investigaciones, pero tuvo que retirarse. Recibió innumerables reconocimientos como la Orden del Quetzal (otorgada el 9 de febrero del 2017) y la Orden de Patrimonio Cultural”, agregó Álvarez.
“Era una persona llena de sencillez y humildad, erudito en la música, conocía todas las orquestas y directores. Durante los rezados de la Inmaculada Concepción compartíamos tomando atol de elote o comiendo buñuelos”, agregó Álvarez, quien refirió que Lara se casó tres veces y no tuvo descendencia.
“Es una gran pérdida para la cultura en Guatemala. Celso Lara fue una persona que aportó innumerables investigaciones y conocimientos sobre el patrimonio intangible, relacionado con la tradición oral. Era una persona bastante afable y dispuesta a escuchar las inquietudes y propuestas de sus alumnos. En cada una de sus clases se evidenciaba su pasión de compartir todo su conocimiento y larga trayectoria en historia y tradición popular”, expuso el antropólogo Mario Casha.
“Su aporte está a la salvaguardia de nuestro patrimonio que fortalece la identidad guatemalteca. Profundizó en tradiciones socioculturales como expresión auténtica de la cultura popular, por lo que fue reconocido no solo en Guatemala sino también en la región”, añadió.
Una de sus obras maestras fue Cultura, artes populares e historia en Guatemala (1991), que demuestra todas las posibilidades de las artes y procura reconstruir el pasado como nación. “Constituye una lectura obligatoria para profesionales y público en general por ser un libro coloquial, acorde a cualquier nivel académico”, dice Casha.
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“Celso fue un recopilador de las leyendas de Guatemala, el mayor investigador del folclor. Para documentarlas, estuvo al frente del Cefol y durante ese tiempo llevó a cabo una labor fundamental. Lo queríamos mucho”, expresó el maestro Enrique Anleu Díaz, uno de sus mejores amigos.
“Era una persona muy alegre, bromista, cordial, dispuesta ayudar siempre y muy exigente en su campo profesional. Era muy acucioso como investigador”, añadió.
“Era gran coleccionista de obras de arte y música. Coleccionaba discos de vinilo de los cuales era fanático. A veces hasta tenía cuatro ejemplares del mismo álbum”, recuerda.
Celso Lara será velado en Capillas Señoriales de la zona 9.
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