A un año del último partido que disputó la Selección Nacional contra San Vicente y Las Granadinas —victoria 9-3, en el estadio Doroteo Guamuch—, en su fallido camino hacia Rusia 2018, el panorama sigue más oscuro que nunca, luego de que los dirigentes solo se han enfocado en hacer señalamientos y en cuidar sus intereses.
Los efusivos aplausos de la afición que recibió esa noche Carlos Humberto Ruiz, quien con los cinco goles que marcó se convirtió en el mejor anotador de las clasificatorias mundialistas, fueron los últimos que se escucharon para el combinado futbolístico. Si bien el sueño mundialista ya había quedado sepultado, el proceso del seleccionador Wálter Claverí pintaba para darle continuidad.
“Las personas que en algún momento han tenido la solución en sus manos han pensado de forma egoísta. Sus decisiones han desembocado en esta pesadilla que estamos viviendo los jugadores. Como pasa en casi todos los ámbitos del país, la gente solo piensa en sus intereses y no en el bien común”, reconoce el portero Ricardo Jerez, quien es uno de los pocos legionarios guatemaltecos —Deportivo Cali, Colombia—.
Si bien el Comité de Regularización, que impuso la Fifa en la Fedefut desde el 7 de enero del 2016, llegó con las mejores intenciones de evolucionar hacia los nuevos estándares y reglamentaciones, se encontró con varias vicisitudes, entre ellas el repudio de su propia Asamblea, en la que aún figuran excolaboradores de Jiménez.
“No nos cortaron las piernas solo a los seleccionados mayores, sino a todos los que vienen atrás; como los de la Sub 17, 20 y 23, que tendrían que estar en las competencias internacionales quemando sus etapas y simplemente se quedaron sin ese roce”, señala lleno de nostalgia José Manuel Contreras.
Los rostros de alegría de los aficionados por ver a la Sele, en ese que fue su último partido, cada día están más lejos de regresar.