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Tras ocho años bajo rescates, Grecia no siente que mejoró la economía

Después de ocho años de recesión, la economía de Grecia crece, y así lo celebran Gobierno y acreedores. Sin embargo, en la calle, la sensación es que hoy todo sigue igual o, en algunos casos, peor.

El desempleo y la precariedad son la norma. A pesar de que las cifras del paro han mejorado siete puntos en los últimos tres años, se mantiene en un 20%, un 55% en el caso de los más jóvenes. Muchos de los que trabajan tienen que conformar con el salario mínimo que tras los recortes se ha quedado en 586 euros al mes.


Una cifra que parece un privilegio para todos los que trabajan a tiempo parcial. Grecia es el primer país de la Unión Europea con más empleo a tiempo parcial involuntario, un 70.2%. Le siguen Chipre (67.4%), Italia (62.5%) y España (61,1%).

Anna Dimitríu trabaja en una tienda de maletas y accesorios de viaje en el centro de la capital helena desde hace 22 años y hoy se lamenta de que “no hay ningún indicador claro de que las cosas vayan a mejorar tras el fin de los programas de rescate”.

“Es peor que antes”

“No he visto una mejora ni en mi vida personal ni en el comercio. Estamos en pleno período turístico y la situación es peor que en años anteriores. En general en los tres últimos años las ventas han ido bajando”, comenta a Efe.

Según Dimitríu, en esta época del año lo normal es que en la media hora que ha durado la entrevista hubieran entrado en la tienda unos tres o cuatro clientes. Sin embargo, no lo ha hecho nadie.

Muy cerca de su negocio se encuentra el Mercado Central de Atenas, una amalgama de puestos de verdura, pescado y carne que se extiende en torno a las calles de alrededor con tiendas que ofrecen todo tipo de productos típicos o para el hogar.

Aunque es uno de los lugares más populares para abastecerse de la capital, su decadencia es palpable.

La familia Damigu lleva un puesto allí donde venden distintos tipos de pan y cereales desde hace cinco generaciones, pero es improbable que los más jóvenes puedan continuar así.

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María Damigu cuenta indignada que las ventas están en el nivel más bajo que ella recuerde.

Sin esperanza

“Cada vez que vengo y veo la situación del mercado me dan ganas de llorar. Todo el mundo cree que los griegos tienen dinero pero el único que hay es el de las pensiones. A ver qué ocurrirá cuando hasta este se acabe”, explica entrecortada por sollozos.

Para Damigu la salida del rescate no significa nada, sólo ve desesperanza y no se cree las afirmaciones del Gobierno, al que apoyó, sobre la mejora de la economía, porque se siente “traicionada”.

“No hay ninguna esperanza, la única opción que tienen los jóvenes es emigrar. Me entristece muchísimo no poder ofrecer a mis hijos ninguna perspectiva de futuro cuando mi familia lleva trabajando aquí desde hace cinco generaciones. Me siento traicionada porque se han burlado de la gente”, dice.

Makis Agorakis, un obrero que pasa la mañana sentado junto al puesto de María, tiene un punto de vista diferente. Espera que el fin de la asistencia financiera traiga por fin nuevos empleos, si bien no parece del todo convencido, porque, como dice, “en Grecia la pobreza ha existido y seguirá existiendo”.

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“Mi nivel de vida empezó a bajar ya con el Gobierno de Samarás, pero en los últimos años he visto una cierta mejora”, cuenta Agorakis, que cree que el Gobierno de Alexis Tsipras no podía haber hecho otra cosa porque “los programas de rescate ya estaban firmados”.

A un par de calles de allí el paisaje es aún más desolador. Lejos del revuelo del mercado y de los turistas, los edificios abandonados y los locales que han echado la persiana se multiplican.

A pesar del ambiente degradado y los años de dificultades, Grigorios Iconomidis decidió invertir su pensión y ahorros en un pequeño negocio de licores, vinos y otros productos locales.

“Decidí abrir la tienda porque era mi forma de enfrentarme a la crisis”, explica este hombre que tras cinco años de esfuerzo ha sacado su negocio adelante.

Iconomidis cuenta con una sonrisa que aunque muchas veces le dijeron que estaba loco por enfrentarse así a la crisis, el tiempo le ha dado la razón.

A pesar de haber tenido personalmente suerte, no cree que los jóvenes que emigraron -más de medio millón desde 2008- vayan a volver de repente. “Regresarán poco a poco cuando el crecimiento de la economía se reanude de verdad”, prevé este pequeño emprendedor que pide “políticas serias y responsabilidad” para que los griegos puedan mejorar”.

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