Estos propósitos se han cumplido de manera parcial. Muchas comunidades en el trayecto han visto mejoras en el tránsito y acceso a otros poblados, pero la carretera, aún incompleta, no conecta las de México con las de Guatemala, según pudo comprobar Prensa Libre durante un recorrido por el lugar.
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Sombra de corrupción
La sombra de la corrupción ha transitado el proyecto.
La empresa constructora israelí Solel Boneh figura entre las involucradas en el caso Corrupción y Construcción Fase II, aún en marcha. Al respecto, las oficinas locales de la constructora han indicado que no se pronunciarán.
Con este balance, al menos una pregunta es inevitable: ¿Cuándo será finalizada la ruta?
La misma pregunta se hace Ofelia Cortez, propietaria de una pequeña tienda en la aldea Modesto Méndez, Izabal, donde comienza la ruta.
Pero la respuesta no es clara. Las autoridades de la Dirección General de Caminos (DGC), la unidad ejecutora del proyecto, explican que no se tienen planes para completar el tramo IV, en Huehuetenango, debido a la conflictividad social en la zona, por lo cual no hay una fecha definida.
Es más, la DCG, ha extendido una nueva prórroga para la fase de construcción del proyecto.
De esa cuenta ya suman dos mil 83 días prorrogados y con suspensión temporal de trabajos desde que comenzó la obra, el 28 de noviembre del 2010.
“En otros países seguro piensan que ya se acabó la obra. Yo estuve presente en la inauguración y luego la volvieron a inaugurar en otros gobiernos, pero no acaban”, critica Cortez.
Un problema de raíz
Según la redacción final del contrato vigente de la obra, esta se contemplaba en cuatro componentes: el diseño final de la ruta llevaría seis meses; la construcción, tres años, la gestión de los derechos de vía iniciaría con el diseño final y concluiría con la fase de construcción y, por último, una vez entregada la obra, en sus cuatro tramos, la empresa contratista debía dar mantenimiento a la carretera durante 10 años.
De acuerdo con el papel, hace cuatro años debió haber finalizado la construcción, pero en el terreno la realidad es otra, hay trabajos incompletos en los cuatro tramos y los problemas se encadenan unos a otros: como no hay derechos de vía completos no hay un diseño final autorizado y por lo tanto la fase de construcción no ha terminado.
Al no estar terminada la fase de construcción de cada tramos y no poderse recibir oficialmente, no se ha podido empezar la fase de conservación, que debe durar 10 años y para la cual el Estado pagará con fondos propios US$42 millones.
Durante la construcción, sin embargo, se da mantenimiento rutinario, según las autoridades de la DGC. Sin embargo, estos trabajos no llegan a todas partes. Prensa Libre pudo observar un derrumbe que bloquea un carril cerca del poblado Centinela Grande, en el tramo de Huehuetenango, y de acuerdo con vecinos del área, ellos tienen que pagar por la remoción de escombros.
Fluctuación de precios
El monto aprobado para el proyecto es de US$261.25 millones, señalan autoridades de la DGC, y el adjudicado fue de Q1 mil 748.9 millones, pero con la fluctuación de precios la obra alcanzará los Q2 mil 594 millones.
En el 2009 se modificó la ley de la obra para permitir esta fluctuación, lo cual fue considerado por el exdiputado Aníbal García como uno de los puntos más oscuros del proyecto, ya que hace difícil estimar cuál será el costo final.
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