Blanca Estela López, de 55 años, contó que durante su jornada laboral, de 8 a 15 horas, se dedicó a cavar zanjas para agua de lluvia, plantó árboles en una zona boscosa e hizo limpieza en calles del municipio.
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“No tenemos trabajo. La mayoría de mujeres somos viudas. Considero que debería ser más constante la ayuda, porque los alimentos que nos dan, si mucho, así racionados, nos tardan dos meses”, manifestó.
López dijo que con los alimentos que recibió hará sopa de arroz, atoles, frijoles colados y tortillas para que la familia coma, porque no tienen nada en casa.
“Yo volvería a hacer trabajos comunitarios. Yo estoy dispuesta a seguir trabajando por el pueblo. No me da vergüenza hacerlo. Yo necesito trabajo y comida”, explicó.
Ayuda tardía
María García, vecina del sector El Molino, dijo que su esposo falleció hace dos años a causa de la ingesta de licor, y ahora vela por el sustento de sus tres hijos.
Señaló que la ayuda llegó cuatro meses tarde, ya que las raciones de alimentos tendrían que haber llegado en mayo último, pues el trabajo lo hicieron de febrero a abril.
Gilberta López Jiménez, madre de dos niños, comentó que es la segunda ocasión en que participa en el programa, y señaló que su trabajo en la montaña consistió en sembrar árboles, junto con otras mujeres.
Añadió que el alto índice de pobreza en su comunidad, La Emboscada, causó que no pudiera asistir a la escuela, porque sus padres no tenían recursos.
Las mujeres recibieron 30 libras de arroz, frijol, ocho bolsas de avena, una caja de Incaparina y cinco bolsas de harina de maíz, todo lo cual tiene un costo aproximado de Q760.
La ayuda que recibieron las mujeres es parte de un programa de la Oficina Municipal de la Mujer, que promueve el programa de alimentos por trabajo y es coordinado con el Viceministerio de Seguridad Alimentaria y Nutricional.
