El árbitro Armando Reyna le indica a Éver López que tres minutos serán los que se repondrán en la final de vuelta del Apertura 2017. Los jugadores coloniales y escarlatas continúan corriendo tras el balón en el estadio Pensativo. El marcador es de 2-1 a favor los panzaverde. Solo una catástrofe evitaría su histórico triunfo.
Expira el primer minuto de reposición. Las lágrimas cubren el rostro del defensor antigüeño José Carlos Pinto. Miles de cosas pasan por su mente. El esférico está en la zona de seguridad de los rojos. José Manuel Contreras y Agustín Herrera aprovechan los últimos segundos para jugar con la ansiedad edil.
“Hasta en ese momento supe que el título nos pertenecía. Comencé a llorar. El Moyo y el Tin tenían controlada la última jugada. Estaban hasta el otro lado y con el balón. El momento me superó. Recordé por todo lo que he pasado para levantar mi tercer campeonato, ya que no ha sido nada fácil el camino”, explicó el orgullo de San Luis Jilotepeque, Jalapa.
El zaguero transformó sus lágrimas en sonrisas cuando el silbante Reyna decretó el final del partido. Observar a sus padres, a sus hermanos y a su novia en los graderíos del recinto del Valle de Panchoy también lo llenó de satisfacción y de alegría.
“Siempre ha sido reconfortante el apoyo de mi familia, de mis amigos y de todo mi pueblo. Es un gusto honrarlos con este tercer campeonato. Desde que decidí que jugaría acá siempre me coloqué metas altas”, comentó el zaguero, quien disputó todos los minutos del Apertura 2017 —dos mil 340 en 26 partidos—.
Pinto asegura que el buen camerino y el tino que tuvo el estratega Mauricio Tapia fueron fundamentales para que se coronaran una vez más frente a Municipal, así como pasó en el Apertura 2016.
“Tuvimos momentos complicados. Comenzamos la pretemporada sin tener canchas y sin liquidez. Eso como grupo nos comprometió a no desmayar, ya que veníamos de un torneo sin clasificar. Nunca existieron grupitos como pasa en otros equipos.
Todos estábamos en la misma sintonía”, dijo un José Carlos lleno de madurez. La imagen de aquel chico de 16 años debutando con Sacachispas en la Primera División solo la mantiene en su corazón.
