Su otro yo
Alberto Donis Rodriguez, Beto Donis, fue un migrante guatemalteco que llegó a uno de los albergues y se convirtió en su secretario, después de mucho tiempo, apoyó la lucha por los derechos de los migrantes y se informaba todos los días, leía mucho sobre el acontecer en Guatemala y también en México. “Era una persona con valores. Me asombró muchísimo cómo pudo tener esa conciencia tan informada e integral. Podíamos opinar de cualquier tema, él llegó a tener mi voto de confianza y a opinar en nombre mío. Amnistía Internacional lo reconoció como un defensor de los Derechos Humanos y en las casas hogar que tenemos en México fue una persona muy querida”, recuerda el padre. Donis falleció en 2017 en un accidente en Oaxaca, México.
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Por qué contar su vida
Karla María Gutiérrez conoció al Padre Solalinde en 2007, cuando fue encarcelado por ayudar a migrantes guatemaltecos que buscaban a sus familiares, que habían sido víctimas de un secuestro masivo en Oaxaca cuando viajaban en el tren.
“Creo que el padre es la persona más relacionada a la defensa de los derechos humanos de personas migrantes en México. El año pasado para plantearle este proyecto. Yo tenía una visión con intereses de su vida y el padre de transmitir un mensaje profundo a partir de su fe y de su experiencia como ministro y agente de cambio”, explicó Karla Gutiérrez.
Tres mensajes
Para quienes no han salido de sus países: “De ser posible que se contengan un poco más en su lugar de origen. Que traten de cambiar las condiciones de su país. Sé que no es fácil porque hay cosas que no son opcionales como la violencia o la falta de trabajo”.
Para quienes ya llegaron a México: “que se queden en México, aunque no se paga en dólares, porque quien quiere y tiene la voluntad de hacer dinero y salir adelante puede hacerlo”.
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Para los migrantes que se encuentran en Estados Unidos: “Tienen una gran misión, son personas súper dotadas con una visión humilde porque vienen de abajo. Tienen la visión del sur. Ellos no tienen la visión del norte explotadora, dinerera, acumulante, capitalista, pero tienen una experiencia de fe y del sentido comunitario ante el egoísmo de Estados Unidos. Tienen un hermoso sentido de compartir, su alegría y felicidad es compartir lo poco que tienen”.
El padre Solalinde muestra su admiración ante el sentido luchador de los migrantes y en cada rostro que ve descubre una historia que lo motiva a seguir trabajando en pro de los derechos humanos y una vida justa para todos.
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