Francisco llegó para impulsar en una nación dividida y aún desconfiada, a un camino que conduzca a una real conciliación después de desactivarse un conflicto de cinco décadas que costó más de 220 mil vidas y miles de desarraigados.
Santos formuló antes de la llegada del papa, un llamado a los colombianos para que tomen con responsabilidad y se adhieran a las exhortaciones del Santo Padre de dejar a un lado los odios y emprender la ruta de la unidad.
La bienvenida del papa Francisco en la Casa de Nariño, sede del Gobierno, fue al más alto nivel, donde mantendrán su primer encuentro oficial.
El presidente, de traje oscuro y corbata celeste, y su esposa, de traje blanco, esperaron en la puerta de la Plaza de Armas al pontífice, que llegó en un automóvil oscuro precedido por la caballería del Ejército ataviada con uniforme de gala.
El papa caminó unos metros sobre la alfombra roja y saludó con un apretón de manos a la pareja presidencial, que lo invitó a seguir para la ceremonia oficial de bienvenida.
Después escucharon la ejecución de los himnos del Vaticano y de Colombia, interpretados por la Orquesta Sinfónica Nacional, lo que dio un marcado carácter civil al acto, a diferencia de otros saludos a jefes de Estado en los que los himnos están a cargo de la banda de música del Batallón Guardia Presidencial.
Tampoco hubo esta vez revista a las tropas, lo que es habitual con otros mandatarios en la Casa de Nariño. El Coro de la Ópera de Colombia y el cantante Fonseca acompañaron el recorrido del papa con la canción “Puede ser”, y el recorrido del obispo de Roma fue interrumpido momentáneamente por uno de los invitados que se arrodilló ante él para pedirle la bendición y por una niña que también se le acercó.
Acto seguido, otra menor se aproximó al papa junto con un joven que sufre alguna discapacidad, quien se abrazó a Francisco y le obsequió una cruz, en tanto que otro le entregó una pequeña bandera de Venezuela.
El papa se apartó varias veces de la alfombra roja para saludar también a niños y ancianos en silla de ruedas mientras los asistentes agitaban pañuelos blancos.
Al finalizar la ceremonia y antes de los discursos de bienvenida, el papa encendió una llama de la paz y se perdió entre una multitud de niños vestidos de blanco como él mientras al fondo sonaba la canción “Un paso hacia la paz”.
Tras ese encuentro, el pontífice de origen argentino, de 80 años, visitará la catedral metropolitana y la plaza Bolívar, en el centro de Bogotá; recibirá las llaves de la ciudad y emprenderá un encuentro con los 130 obispos colombianos y de la región, para luego cerrar por la tarde con su primera misa multitudinaria en el principal parque de la capital, rodeado de vegetación.
En el marco de la cita con los obispos, Francisco también prevé su primer contacto con sacerdotes de la vecina Venezuela, que buscan que el pontífice exija responsabilidades al gobierno socialista del país y ofrezca un mensaje de esperanza a una nación sacudida por el caos político y económico.
Es probable que el papa pida la construcción de puentes entre unas élites amargamente divididas por el acuerdo de paz firmado el año pasado con las FARC.
Apoyo a Santos
Francisco se pronunció contra la revancha que pueda generar décadas de conflicto con millones de víctimas, entre muertos, desaparecidos y desplazados, ahora que el presidente Juan Manuel Santos firmó la paz con la guerrilla de las FARC e intenta hacer lo mismo con el ELN, un grupo guevarista de fuertes raíces católicas y última guerrilla activa del país.
“Que este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo”, afirmó el pontífice argentino.
El jefe de la Iglesia católica también lanzó un llamado a “sanar las heridas y construir puentes” tras el acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, que Santos sacó adelante a pesar de una férrea oposición de su antecesor, Álvaro Uribe, un líder de derecha muy popular en el país.
“Cuanto más difícil es el camino que conduce a la paz y al entendimiento, más empeño hemos de poner en reconocer al otro, en sanar las heridas y construir puentes, en estrechar lazos y ayudarnos mutuamente”, dijo Francisco.
El pontífice de 80 años, que cumple su primera visita a Colombia centrada en el perdón y la reconciliación, reafirmó su respaldo a Santos, en la búsqueda de una paz estable, que pese a los diálogos con la guerrilla, enfrenta las amenazas de grupos narcotraficantes de origen paramilitar.
“No queremos que cualquier tipo de violencia restrinja o anule ni una vida más. Y quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso”, declaró Francisco.
Santos, de su lado, destacó que “Colombia es el único país del mundo donde hoy las armas se están cambiando por las palabras”, gracias a un acuerdo que ha salvado “miles de víctimas”.
“De nada vale acabar una guerra, si aún nos vemos los unos a los otros como enemigos”, dijo Santos.
Previo a la llegada del papa el miércoles a Bogotá, el ELN acordó el primer alto al fuego bilateral en 53 años de alzamiento armado que entrará a regir el 1 de octubre.