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Qué se espera de la educación en Guatemala para el ciclo escolar 2022

Por tercer año consecutivo, el proceso educativo continuará de forma virtual o híbrida, y cambiará de modalidad según el desarrollo de la pandemia.

Qué se espera de la educación en Guatemala para el ciclo escolar 2022

La presencialidad en las aulas debe regirse por protocolos estrictos de bioseguridad anticovid y por la alerta del semáforo epidemiológico. (Foto Hemeroteca PL)

Paola Folgar —nombre ficticio, caso real—, de 13 años, cursó segundo y tercero básica de forma virtual en el 2020 y el 2021, respectivamente. En el primer año, cuenta la adolescente, fue difícil acoplarse, pues la carga académica era muy alta, debido a que los maestros solo dejaban un cúmulo de tareas y apenas si explicaban los temas vistos en clase. Aunque extraña convivir con sus compañeros, no quiere regresar a las clases presenciales, para evitar contagiarse de covid.

Su madre, Debby, recuerda que, a causa de la gran cantidad de tareas, a Paola se le formaron callos en las manos, pues llevaba 15 materias. “Mi hija tenía clases de 7.30 a 12.30 horas, pero terminaba acostándose a las 22 horas. La miraba muy atormentada y le dolían las manos. No tenía tiempo libre ni los fines de semana”, recuerda.

El año pasado, cuenta, los catedráticos estuvieron más pendientes de los estudiantes, pero siente tranquilidad porque su hija no se expone a los peligros de la calle, compañías inapropiadas o acoso escolar. “Como estoy en casa, siempre estoy pendiente de ella. Sin embargo, me gustaría que las clases fueran presenciales, pero también pienso en la pandemia y no me gustaría exponerla”, añade la madre, quien se ha percatado de que las circunstancias de encierro han afectado la socialización de la niña.

“Por el momento quiero seguir en casa, pues ya me acostumbré y siento que mi familia y yo estamos protegidos, y no quiero que nos enfermemos. Lo único que quiero es organizarme mejor para no estresarme tanto”, comenta Paola, que es muy aplicada, pues su promedio es de 80 y 90 puntos.

Esa es la disyuntiva en que se encuentran muchos padres de los 4 millones 560 mil estudiantes desde el nivel de preprimaria hasta diversificado en Guatemala, pues hay quienes prefieren que sus hijos se queden en casa, recibiendo clases virtuales, para prevenir el contagio del covid-19, pero otros eligen que la asistencia a las aulas sea presencial, pues consideran que la enseñanza es más efectiva.

Kattia Valdeavellano decidió que su hija Allison, de 13 años, continuara el sexto grado de primaria, en el 2021, en un colegio que se especializa en educación a distancia. “Pagaba mucho de colegio anteriormente y mi hija tenía clases de 6 a 15 horas, de manera virtual. A los maestros no les importaba si entendían o no los alumnos. Tuvo problemas de ansiedad, acné y alopecia, por la gran cantidad de tareas que le dejaban. Se acostaba rendida. Ahora está tranquila. Ella organiza su horario, tiene tiempo libre para asistir a talleres de dibujo digital y lectura, y la calidad de educación es la misma, y los tutores están al tanto de los niños”, indica Valdeavellano, quien, como Debby, teme el contagio de covid-19, pero es consciente de que esta “debería tener amiguitos”.

Allison Morán prefiere la educación en casa, pues el colegio donde estudió en el 2020, en forma virtual, dejaba muchas tareas. (Foto Prensa Libre, cortesía de Kattia Valdeavellano)

Según datos de Unicef, 102 millones de niños y adolescentes en Latinoamérica han sido afectados por el cierre total y parcial de las escuelas.

La modalidad educativa para este 2022 dependerá del desarrollo de la pandemia, que definirá el nivel de alerta de cada municipio en el semáforo epidemiológico, el cual establecerá los aforos permitidos. Fue a partir del 22 de febrero del 2021 que Guatemala abrió gradualmente los centros educativos. Según el acuerdo 6-2022, mientras el semáforo esté en naranja y amarillo, los establecimientos podrán combinar la presencialidad con el aprendizaje en casa, pero deben acatar el aforo en los salones de clase y garantizar la división de los estudiantes en burbujas.

“Sabemos que la presencialidad pasó a ser un modelo mixto, pero no todos los estudiantes en sus hogares tienen los medios de formación. También se ha utilizado la radio y la televisión, pero hay población vulnerable que, de igual forma, no tiene esa posibilidad. Hay que buscar la solución para que tengan más posibilidad de acceso a la tecnología”, afirma Gabriela de Búrbano, coordinadora de la Gran Campaña Nacional por la Educación e investigadora de Asíes.

“La falta de conectividad y acceso a medios tecnológicos existía antes de la pandemia, pues, según datos del Censo 2018, solo un 21% de la población tenía acceso a computadora e internet, y 28%, a celular con internet. La situación actual evidenció esta problemática y la agravó”, dice.

El informe Gobernabilidad y covid-19, de Asíes (2020), sobre la deserción escolar, indica que el 34% de los encuestados dejó los estudios por problemas económicos, por falta de acceso a internet (30%) o por temor a la pandemia (19%).

Según cifras de Unicef del 2020, solo la mitad del alumnado de las escuelas públicas puede acceder a la educación a distancia, comparado con las tres cuartas partes de quienes estudian en colegios.

Al comparar los datos del 2019 con los del 2020 se observa una disminución de 38 mil 109 estudiantes atendidos, y los más perjudicados de este grupo pertenecen a los niveles de preprimaria, básicos, diversificado y primaria de adultos, según Aimee Rodríguez, coordinadora del Programa de Educación, Niñez, Adolescencia y Juventud, de Flacso.

“La educación en Guatemala es gratuita y obligatoria, pero desde que se pasó a la modalidad virtual o televisiva, se viola ese derecho, pues si las familias no compran datos de navegación en internet o no pagan electricidad, sus hijos no pueden continuar con sus clases”, expuso Otto Rivera, director ejecutivo de la Coordinadora Institucional de Promoción por los Derechos de la Niñez, y añadió que existen maestros que con sus recursos económicos se conectan a internet o visitan a sus alumnos a domicilio.

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Ventajas

La educación virtual implica que los docentes aprendan o profundicen sus conocimientos en plataformas, metodologías, herramientas y recursos educativos. De igual forma, algunos estudiantes mejoraron sus habilidades tecnológicas, a fin de continuar su proceso de formación, aseveró Rodríguez.

Hilda Flores, doctora en Educación y directora general en Summo Ingenio, considera que, si se enfoca bien, la continuidad de los servicios educativos a distancia por medio de tecnologías digitales brinda la oportunidad de adquirir nuevas capacidades de integrar la tecnología en los procesos educativos, de innovar en metodologías de enseñanza, aprendizaje y evaluación, y de aplicar nuevas formas de interacción que favorezcan la personalización y colaboración. “No es suficiente sobrevivir a un ciclo escolar, sino analizar críticamente la calidad de lo trabajado y proponer mejoras profundas”, señaló.

La principal ventaja de la educación presencial es que se retorna a una modalidad de entrega conocida y habitual, no necesariamente de calidad y pertinente. La interacción presencial es muy enriquecedora para los procesos de aprendizaje, agregó.

“Los dispositivos permitieron la continuidad de dos años escolares, en la educación privada, y la televisión, radio y hojas de trabajo, en la pública, al adaptarse a nuevas metodologías y dinámicas. Los docentes debieron modificar la enseñanza y ser más creativos, con el apoyo de padres de familia, que reconocieron el esfuerzo del maestro. El alumno tuvo que adaptarse. No es perfecto el sistema, sino es cambiar de modalidades, paradigmas y hábitos”, indicó Diana Brown, directora ejecutiva de la Asociación de Colegios Privados.

“La virtualidad crea independencia al alumno para investigar y tener amigos de todo el mundo. El docente, por su parte, debe buscar actividades dinámicas y aplicar aprendizaje basado en proyectos, para que no se vuelva una educación sedentaria ni aburrida, y desarrollar el talento individual de cada alumno”, afirmó Brown.

Pero es complejo, enfatizó, pues el entorno educativo promueve el desarrollo integral de la persona. “El alumno necesita ese entorno. No es un retorno irresponsable, sino se busca brindarle certeza a la comunidad educativa y padres de familia de que se respetan los protocolos”, añadió Brown.

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Para el 2022

Es importante que el maestro se forme en competencias digitales para pasar de una presencialidad a una educación virtual que implique tecnología, expuso De Búrbano, y que se capacite en la forma de enfrentar la educación en momentos de adversidad o incertidumbre, si las clases serán virtuales o híbridas, al tiempo que recordó la relevancia del esquema completo de vacunación en adolescentes y maestros.

Recordó que hasta el 8 de enero solo el 26.85% de la población en Guatemala tenía el esquema completo de vacunación, lo que puede implicar una prolongación aún mayor de la pandemia, cuyas variantes, como ómicron, son cada vez más transmisibles.

De Búrbano opina que se les debe enseñar a niños y jóvenes cómo ser responsables con las medidas de bioseguridad, en caso de que las clases sean presenciales, porque es necesario volver al centro educativo, para volver a tener el sentido de pertenencia a este y desarrollar la parte socioafectiva.

Según el estudio ¿Por qué camino va Guatemala? Perspectivas y desafíos para 2022, de Asíes, el regreso a clases este año debe contar con todas las previsiones necesarias: escuelas con agua, baños, aforo, vacunación, programas de apoyo y catedráticos preparados y comprometidos a todo nivel, desde el preescolar hasta el extraescolar.

La creación de un modelo híbrido debe tomar en cuenta la formación docente, los programas focalizados para cada grupo atendido, sin perder de vista el aspecto socioemocional y los diferentes contextos de la población en Guatemala.

Otro aspecto fundamental son las estrategias para reducir el rezago educativo en el que podrían quedar quienes han tenido dificultades para recibir clases, por falta de conectividad, o por no contar con los medios electrónicos necesarios o el acompañamiento pedagógico adecuado.

Los centros educativos no reúnen las condiciones sanitarias adecuadas para un retorno seguro de los estudiantes. Cerca de 10 mil establecimientos en el país no cuentan con servicio de agua entubada ni servicios sanitarios, lo que impide que se puedan tener las medidas de higiene necesarias para evitar el contagio del covid-19. Además se observa que en algunos departamentos y municipios la población no está acostumbrada al uso de la mascarilla, lo que puede llevar a repuntes de casos, advirtió Rodríguez.

También indicó que algunos planteles educativos afrontan sobrepoblación estudiantil y no cuentan con la infraestructura adecuada para respetar el distanciamiento.

Para que la educación híbrida sea eficiente, es necesario contar con conectividad e infraestructura adecuadas, lo cual es un reto para Guatemala, comentó Rodríguez, y añadió que sin estas condiciones no será posible, pues los estudiantes solo aprenderán nuevos contenidos cuando asistan a clases presenciales, lo que hará lento el proceso de aprendizaje y les impedirá alcanzar las competencias respectivas, además de que los resultados serán más deficientes aún, explicó.

La falta de equipo y conectividad debe resolverse, y para ello el Mineduc debe concretar alianzas con instituciones internacionales, a fin de proporcionarles a los estudiantes equipo para que puedan continuar con su formación, así como acuerdos con empresas telefónicas, para favorecer la conectividad de los estudiantes y docentes del sistema educativo público, expone Rodríguez.

“Hemos recomendado que en el presupuesto los fondos que se destinan para el seguro médico escolar se utilicen para consensuar contratos con alguna empresa de telefonía celular, para universalizar el acceso de los niños al internet, así como computadoras o tabletas a bajo costo”, dijo Rivera.

Agregó que se debería contar con material educativo como videos explicativos que puedan compartirse con los estudiantes y maestros, a partir de diversos medios —colgados en una plataforma, en la página del Mineduc o ser compartidos por redes como WhatsApp—, para que los estudiantes continúen aprendiendo y profundizando en las temáticas correspondientes, y alcancen las competencias esperadas. Se debe seguir motivando la autonomía en el aprendizaje y potenciar y mejorar la planificación de los docentes, para que el aprendizaje sea el adecuado, enfatizó Rodríguez.

Es necesario hacer pruebas de covid-19 de forma continua a los estudiantes y maestros para implementar protocolos de respuesta al detectar algún caso y cerrar el edificio mientras se controla el brote.

La maestra Ana Rebeca Elgueta refiere que en la institución privada en la que labora solo se han impartido clases presenciales desde el año pasado y que se respetan de manera estricta los protocolos, pues solo se detectó un caso positivo durante el año, gracias también, al apoyo de los padres que no envían a sus hijos al colegio si sospechan que tuvieron posible contacto con una persona infectada o manifiestan síntomas.

De igual forma han actuado los maestros, que son suspendidos ante cualquier sospecha de contagio. La cantidad de estudiantes regulares se ha dividido en varias secciones, para respetar los aforos, y los niños deben usar mascarilla y careta. Los padres, prosigue, prefieren la educación presencial, pues han tenido que regresar al trabajo y no tienen con quién dejar a sus hijos.

El estudiante podrá regresar a clases presenciales, siempre y cuando el padre lo solicite, complementa Brown. “Lo híbrido es un reto, pues implica un sistema de comunicación en tiempo real para todos los alumnos, de manera virtual y presencial, sobre dudas o trabajos en equipo. Es una inversión financiera seria y no todos los centros pueden cubrirla, pero vale la pena el esfuerzo de retornar a las aulas”, aseguró.

“Hay que considerar tener una adecuada planificación, a fin de atender a los grupos de estudiantes de manera personalizada e inclusiva. Además, saber que las modalidades tienen sus propias características, espacios y ritmos”, señala Flores.

Si se enfoca bien, se puede obtener “lo mejor de los dos mundos”: de la modalidad de entrega a distancia por medio de tecnologías digitales y lo mejor de la presencialidad, dice Flores.

“Independientemente de la modalidad de entrega con la que se inicie el ciclo 2022, es importante repensar en los pilares de una educación de calidad, en el perfil de egreso que demanda la sociedad del siglo XXI para todos los actores de la comunidad educativa y en el desarrollo de una cultura de evaluación, innovación y mejora continua”, afirma.

“Después de 21 meses de pandemia, todas las actividades económicas y sociales se han retomado, menos las educativas. Es hora de que los niños, niñas y adolescentes vuelvan a los centros educativos, públicos y privados. Hemos perdido tiempo valioso para rediseñar y reorientar todo el modelo educativo guatemalteco”, expone Rivera.

“Necesitamos hacer un alto e innovar en la formación de profesores, pues los recursos didácticos pedagógicos tienen que generar simpatía y empatía que permita una comunicación directa y afable. ¿Cuál es la terquedad de querer evaluar a distancia lo que no se enseñó presencialmente?”, enfatiza Rivera, citando al psicopedagogo italiano Francesco Tonucci.

Optimizar la educación

  • El informe del Banco Mundial, De la educación a distancia a la híbrida: 4 elementos clave para hacerla realidad, propone pautas para la educación en tiempos de pandemia:
  • Implementar nuevas pedagogías, competencias y perfil docente. Al esperar que los estudiantes asistan menos tiempo a clases de manera presencial, hay que optimizar qué hacer en el tiempo presencial y remoto, y definir actividades y contenidos a desarrollar en cada ambiente. El docente debe aprovechar las nuevas tecnologías para acelerar el aprendizaje.
  • Importancia de equipamiento y conectividad. La implementación del modelo híbrido debe ajustarse a las condiciones digitales de establecimientos y hogares. Se propone la conectividad 5G gratuita con fines educativos.
  • Focalizar esfuerzos en matemática y lectoescritura y habilidades del siglo XXI como trabajo autónomo, colaboración entre estudiantes y habilidades digitales.
  • Dar seguimiento a estudiantes mediante Sistemas de Información y Gestión Educativa (Siged).

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