Su modelo de negocio, pensado para sustituir el tradicional plástico con el que se elaboran las lentes por madera grabada a mano con diseños propios, fue apoyado en 2011 por la Universidad Icesi de Cali (suroeste de Colombia) , un centro de altos estudios empresariales con énfasis en la innovación y el emprendimiento.
Tras ocho meses de pruebas, en las que invirtieron US$2 mil prestados por sus padres, las empresarias, ambas de 27 años, lograron producir las primeras 30 gafas con filtro UV 400.
Desde entonces, “hemos vendido casi todo en Facebook y tenemos distribuidores en Cali, Bogotá, Cartagena, Manizales y Bucaramanga”, algunas de las principales ciudades colombianas, sostuvo Llano.
“Queremos primero cubrir a toda Colombia” y luego, aclaró, “empezaremos a vender en Brasil, Argentina y Panamá para ampliar nuestras posibilidades en el exterior, que ya comenzaron con ventas de entre 20 y 25 gafas en México y Venezuela”.
Si bien el camino recorrido ha sido duro, pero lleno de enseñanzas y retos, “vamos a intentar cumplir las metas que nos trazamos para que nos condonen la deuda”, aseveró Quirós, y para ello deben demostrar que el negocio prospera.
Su primer paso ha sido conseguir un taller: “tendremos un espacio para exponer el producto, vamos a comprar máquinas para darle a las láminas de madera el espesor que se necesita y contrataremos empleados”, dijo la joven emprendedora.
“Cuando tuvimos la aceptación del público entendimos que debíamos seguir adelante e innovar para ganarle a la competencia” , precisó Quirós.
De ahí que la intención de estas caleñas creativas, quienes elaboran las gafas solas y por ahora en el jardín de la casa de una de ellas, es seguir atrayendo compradores con edades comprendidas entre 18 y 40, su mercado potencial.
El siguiente paso de las ingenieras industriales es diseñar zapatos, maletines, canastas de picnic y vestidos de baño, entre otros artículos para los “espíritus libres”, como definen a sus clientes.