El primer pase, conjunto en malla compuesto por una túnica de cuello alto, bermudas y gorro de equitación. El último, un vestido de mangas drapeadas. Estos dos estilos, los más importantes de cada colección, fueron combinados con botas elásticas altas hasta el muslo y tacón, todo en un “rojo total”.
Esta colección ultrafemenina – compuesta exclusivamente de propuestas monocolor, cálidas y envolventes – está inspirada en reflexiones sobre el cabello, ese potente “atributo de la feminidad”, sus colores y la forma de jugar con ellos al colocarlos, explicó a la prensa entre bambalinas Nadège Vanhée-Cybulski, directora artística de las colecciones femeninas de Hermès.
Los vestidos, la talla marcada, los tacones… la mujer “se apropia” de esos códigos de la feminidad clásica que la estilista quiere hacer “más intuitivos” al diseñar cada pieza de modo que sea confortable para quien la lleva.
Los vestidos aparecen cortados a modo de jersey, y los abrigos se llevan con piezas en malla. Los tacones son “como un cuerpo en miniatura de talla muy fina”, pero con una base importante que los hace “hipercómodos”, señala a la AFP Pierre Hardy, responsable del diseño de calzado para Hermès.
La elección del color único estiliza y hace que la silueta parezca más “sólida”, agrega Vanhée-Cybulski.
“Es como una gran pincelada, muy simple y depurada”, opina Hardy.
El brillo del lamé de seda aporta un toque extra de feminidad.
Los cuellos se llevan a modo de martingalas, los abrigos, en cola de caballo anudados a la espalda, y un gorro de jockey, gracias al raso, se transforma en gorra: abundan los guiños al mundo de la equitación, tan presentes en el ADN de la casa francesa.
“Jugar, cambiar formas de llevar las prendas… forma parte de nuestra civilización, cambiar códigos y atributos”, subraya la directora artística de las colecciones femeninas de Hermès.