Muchos expertos han investigado la eficacia de la música en la salud y han nombrado estos beneficios como terapia musical.
Los efectos positivos de esta terapia radica en que la música sirve como un distractor, da la sensación de control y hace que el cuerpo libere endorfinas, que ayudan a contrarrestar los dolores.
Por otro lado, aquellas composiciones de ritmos suaves relajan la mente lo cual incide en una respiración adecuada que mejora el ritmo cardíaco. De esta forma se elimina la sensación de angustia y estrés. Según la Sociedad Estadounidense de Hipertensión, en Nueva Orleans, aquellas personas que escuchan por 30 minutos piezas de música clásica, mejora la presión arterial.
Una dosis diaria de música pop, clásica o jazz, puede mejorar la recuperación de las hemorragias. Asimismo, aquellas personas que han sufrido de algún accidente cerebrovascular muestran mejorías en su memoria verbal y su capacidad de atención.
Escuchar canciones de este tipo también ayuda a los pacientes que padecen cefalea crónica ya que reduce la intensidad, frecuencia y duración de los dolores de cabeza.
Otros estudios han demostrado que la música clásica activa el los hemisferios del cerebro, lo cual maximiza el aprendizaje y la retención de la información, así como la concentración y atención.