En los hogares de Xela no pueden faltar estos panes de origen colonial 

La historia de las shecas remonta a la época colonial además poseen un sabor delicioso y se pueden combinar con otros productos.

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Las shecas, pan representativo de Quetzaltenango, son una delicia para guatemalteco y extranjeros. (Foto Prensa Libre: María José Longo)
Las shecas, pan representativo de Quetzaltenango, son una delicia para guatemalteco y extranjeros. (Foto Prensa Libre: María José Longo)

Las familias quetzaltecas acostumbran comer  shecas con una taza de chocolate  o de café, y  combinarlas con queso, frijol o jalea. Estos  panes también son una encomienda obligatoria desde Quetzaltenango para familiares que residen en la capital o la provincia, y son infaltables en el equipaje de turistas.

Además de su delicioso sabor y versatilidad de poder combinarse con otros productos, este alimento emblemático quetzalteco también tiene su historia, la cual se remonta a la época colonial. En un comienzo este pan era consumido únicamente por los indígenas locales, puesto que a los españoles no les parecía  atractivo  su color moreno.

El historiador Augusto Ajca hace referencia a un estudio etimológico del vocablo sheca, y se determinó que proviene del k’iche’ she, que significa sobrante o residuo, y  ka’,  piedra de moler. “Cuando vinieron los españoles, trajeron el trigo, época en la que los indígenas llamaban ka’ a la piedra de moler tradicional, pero también a la que introdujeron los españoles para moler este grano”, indica Ajca.

El historiador  también relata que la harina de primera clase era usada en ese entonces para el pan blanco que consumían los españoles, mientras que el sobrante era utilizado por los indígenas para elaborar este pan que ahora es codiciado por  visitantes.  “Este producto sobrante, conocido como hojuela, era más económico y, por  tanto,  de este se elaboraban las shecas”, añade.

De dónde proviene

Algunos dicen que este pan tuvo su origen en San Marcos y otros, en Quetzaltenango, pero este dilema tiene una explicación histórica, pues antes de 1866 el primer departamento era parte del territorio de Quetzaltenango.

Sobre los comienzos de la sheca también surge la pregunta: ¿en qué momento pasó de ser morena a blanca?  “Cuando la sheca empieza a ser del agrado de los españoles, ocurre la transición. Se sabe  que las primeras shecas blancas fueron elaboradas en el Palacio Figueroa, en la zona 1 altense, donde después funcionaron los Tribunales de Justicia, pero ahí no se inventaron las shecas porque estas ya existían, sino que en ese lugar se empezaron a producir las blancas para un mercado ladino”, afirma Ajca.

En la actualidad,  es un alimento tradicional en la dieta de las familias quetzaltecas. “La sheca es identidad para Xela. La gente acostumbra a reunirse y comerlas acompañadas de  chocolate o  café, incluso, hay quienes las mandan como encomienda para los quetzaltecos que viven fuera del país”, dice Alicia Armas, gerente de producción de Xelapan,  panadería que tiene 36 años de elaborar este producto.

Variedad de sabores

La empresa Xelapan ha ido más allá de la panadería convencional, puesto que ha creado shecas de 22 rellenos diferentes, entre estos,  frijol, queso y jalea.

Para el creador de las dos primeras, esta es una manera de facilitarle una costumbre a los quetzaltecos. “Yo lo veo como un pan noble, ya que se puede combinar con cualquier otro alimento por la forma en la que está elaborado: no es ni muy dulce ni muy salado, y en Quetzaltenango las personas acostumbran a prepararlo con frijol o queso”, afirma Carlos de León, administrador de Xelapan.

Receta tradicional

Ingredientes

  • Una libra de harina suave
  • 3.6 onzas de azúcar
  • 1.6 onzas de manteca
  • 1/4 de onza de sal
  • Una onza de levadura
  • 7.68 onzas de agua
  • 0.16 onzas de anís

Rinde para 27 shecas de una onza cada una.

Preparación

Mezclar el agua, azúcar, sal y levadura por tres minutos. Después, agregar la manteca y harina suave. Continuar mezclando por 10 minutos hasta obtener una masa uniforme y elástica. Dejar en reposo  15 minutos. Luego, dividir la masa en porciones o “bolitas” de una onza y colocarlas en un recipiente con harina donde se dejan reposar  20 minutos más.

Moldearlas hasta  que tengan  forma redonda, y se dejan reposar hasta que dupliquen su tamaño. Luego, hornearlas a 215 grados centígrados durante 10 minutos. Sacar del horno y ¡a disfrutar!