La basura es dinero
El 8 de noviembre de ese año, los semovientes por fin fueron retirados de las calles. En la portada de Prensa Libre del 9 de noviembre se incluye como foto de portada a uno de estos animales que durante décadas fueron parte del servicio de extracción de desechos domiciliarios.
Por fin descansarán
Con la nueva reorganización del sistema de recolección de basura, aproximadamente 50 mulas descansarían por fin de esta labor de tanta fatiga y de malos tratos que les habían dado durante muchos años sus amos.
Las denuncias de los vecinos eran constantes debido que veían cómo se desplomaban en plena calle las mulas que jalaban carretas sobrecargadas.
También los animales eran sometidos a largas jornadas de trabajo y estaban mal alimentados pues se les podía ver las costillas de tan flacos que estaban.
Un acuerdo municipal prohibió el 30 de marzo 1997 la utilización de mulas, burros y bueyes y caballos para estos trabajos, por lo cual serían suplantados por modernos camiones.
Los animales serían llevados al campo para labores agrícolas, ya que habían muchos agricultores interesados en comprarlos.
Malos tratos
Durante varias décadas las mulas basureras fueron sometidas a malos tratos por parte de sus amos; además, realizaban tareas poco reconfortantes. Por fin les llegaba la hora de jubilarse pues con la modernización de los servicios públicos los animales serían retirados y serían sustituidos por máquinas modernas.
La comuna dijo que partir del primer trimestre de 1998, las mulas jaladoras de carretas con basura podrían irse al campo a continuar prestando sus servicios en otros trabajos, y ya no se verían mas en las calles jalando los carretones cargados de basura, ya que esa clase de servicio se había modernizado.
Los recolectores de basura, agrupados en la Asociación de Recolectores de Basura, integrada por 250 personas, aceptaron la propuesta de la alcaldía, según lo dio a conocer entonces Fernando Mancilla, directivo de los recolectores.
Un pequeño grupo se oponía a los cambios y no deseaba que les fueran retiradas sus mulas, pues se quedarían sin empleo, pero los directivos de la asociación trataron de convencerlos para que se sumaran a la modernización del Programa de Desarrollo Urbano, Metrópolis 2010.
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De dueños a empleados
Mientras los equipos mecanizados llegaban a la gran urbe, el destino de las mulas fue puesto en oferta, ya que sus dueños anunciaron que la mayoría de los animales serían vendidos a campesinos para que a su vez ayudaran en labores agrícolas, aunque no faltó quien prefiriera conservarlas como repuesto para cuando fallaran sus vehículos.
Entre los muleros había preocupación, pues pasaron de ser dueños a ser empleados de los dueños de los camiones, y además seguramente no les pagarían los tres mil quetzales al mes que lograraban recaudar con sus semovientes.
A las mulas y burros que andaban por las calles del Centro de la Ciudad jalando una carreta amarilla llena de basura y que trabajan día y noche se les pagaba únicamente con agua y zacate.
Por eso antes de que los echaran, los amos deberían llevarlas a un campo y que disfrutaran del pasto verde.
Esto en agradecimieto a su trabajo, dijo en aquella ocasión la Sociedad Protectora de Animales.